sábado, octubre 19

¡Qué arrebato!

Sábados cargando de huellas el cuerpo, con soles girando alrededor, con alegría y desencuentro convocan a decir algo más acerca de la eléctrica y magnética sensación a calendario. Sábado que sabadea la esperanza del tropezón no esperado al dar la vuelta, al cruzar la calle esperando el verde del semáforo —verde de su otro lado rojo, por donde lo cortes, por donde lo atrapes; desgarrando verdes brotan rojos ensangrentados que olvidan ser rojos siendo verdes—. Será porque sí que en el trecho entre paso y paso el agujero se abre inmenso caminando, ido, alucinando un camino que se abre entre el camino.
A medida que el sol se hace domingo creyéndose frío otoñal de principio de siglo, llora al renacer su entusiasmo de caminante sesudo, marcarán el paso nuevo que lo ve crecer. Será porque no que en la brecha de su cantar ilumina enmudecido lo que va a venir. A buscarlo por la puerta de atrás. Abre cierra, portazo al viento, se crispa su querer. Se hará barro entre los ladrillos comidos por el mismo ventarrón que susurró antes la anécdota de un pasado de hiedras ladrilleras laburantes del camino imaginado por dos o tres elefantes de testa ruda, de ahínco sin igual. Ahí en compañía de alazanes zainos con magia de cuentos del campo, ¡cabalguen! cabalguen hasta el alba del nuevo amor.
siempre rojo
siempre verde
verde
..

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