domingo, septiembre 30

saber, quiero saber!

Yo te pregunto sobre eso que quiero saber; vos me respondés con otra cosa, con que en un próximo encuentro lo sabré.

Con tu respuesta yo ostento que ahora de eso sé, pero volvés a responder
siempre con otra cosa.

Yo te pregunto, esta vez sí, para cerciorarme que una y otra respuestas anteriores sean las que colmen la pregunta sobre la que quiero saber, y en de repente llega una otra respuesta a una pregunta con la que te increpé. 
Qué es lo que sé que hace ahora que yo no me pregunte por eso que escuché sino hasta después de haber sido respondido con otra pregunta. 
Entonces, ahí sí, ajá! pregunté, 
¿Cómo puede ser que siempre la respuesta no es? yo quiero saber. La pregunta, tras la ilusión de saber qué es, ilusiona aún más la respuesta de saber qué no es. ¿Es y no es? Es el y. Entre uno y el otro, en el encuentro, es el y.

Vista su talla, contextura..vocabulario: a ver...y sí, mmm..bueno casi podría decirse. Prosigamos. ¿café dulce o amargo? ¿Toman tren? seguro que hablan de fu...cómo? ah sísí. Licenciada. Cada una de las preguntas está pensada particularmente para..ah, ahí está. Justo. Los indicadores analizados de cada una de las variantes que han sido elaborados exclusivamente para ustedes arroja...cómo era..ah sí, a ver...no. Sí sí, acá está, mis cómputos, comprobados científicamente corroboran que ustedes son unos verdaderos: ATORRANTES.

jueves, septiembre 27

Próxima ronda

 El encuentro a la hora pactada y donde siempre. Colgué el auricular con media sonrisa entre malvada y amiga sin imaginarme en aquel momento cuáles son las cumbres que se alcanzan con poder. Tampoco fantaseaba con alcanzarlo. Y así y todo, las cosas no fueron las esperadas. 

—Un moscato por favor.
—¿No lo empujás con nada?
—Dame una frita de carne— y sin mirarlo, como cualquier habitué— ¿qué te pido?
—Pedime lo mismo, ¡que hoy la rompemos!
—Sirvansé señores.
—Muchas gracias— al unísono.

De camino al mostrador, ya con sus vasos dispuestos, vieron atravesar el salón a uno de esos provenzales, con más perejil que ajo; con más ajo que facha; con más facha que labia. En fin, mirándose algo cómplices lo dejaron huir de la pizzería sin franquearle el paso. Total, la avenida de las luces carnívoras iba a encargarse de él.
Nos adentramos en la masa como jíbaros pero disfrutando, y entre el vino que subía rápido arreglamos el mundo. Tan así fue que, sin un peso para partir, craneamos la locura.
Hay veces que la situación apremia y te aprieta tanto que te obliga a la salida fácil. No por justificar nada de lo que hicimos. Tampoco sé si lo volvería a hacer.

—Seguíme Negro. ¿Ves el punto aquél?
—Sí, es el gil que salió recién.
—Vamos a seguirlo que su billetera es nuestra.
—Pero mirá Gordo, te pare..
—Vos seguíme.

Preso del momento le marcamos el paso por Corrientes a contramano del tránsito. Había que aprovechar la bolada. El zorro mangando unas porciones en frente y la calle yacía en calma y abandonada por la hora. Sin acercarnos demasiado nos quedamos ajustando los tiempos detrás del quía, esperando el semáforo y el atraco. La técnica era muy sencilla, telequinesis. 

—¿Qué?
—Mirá— y con magistral concentración le hizo saltar la billetera del bolsillo de atrás del vaquero. Se ve que era nuevo, hasta parecía lustrado.
—¡Vamo y vamo! — La billetera y su contenido eran nuestras.

Por lo que veíamos desde esos seis o siete metros que nos separaban del benefactor, ahí adentro había un par de noches de despilfarre para nosotros. Como un toro embravecido y disimulo de campeón pisé el tesoro, directo a coronar el podio. No podría haber sido de otra forma. Con todas las circunstancias alineadas y nuestra valentía al límite escuchamos desde ultramar una voz que sentenció —Muchachos, devuélvansela—. Desde su puesto de diarios, aquella barba parlante y blanca había visto todo. ¡¿Y qué íbamos a hacer?! Lo chistamos hasta que se dio vuelta. —Che, perejil, se te cayó esto. Zafaste que la encontramos nosotros, la próxima si no…

martes, septiembre 25

infinito punto multicolor


- Oh! Qué sorpresa la de cruzarla esta noche en mi lecho, 
descansando usted en mi pecho su silueta.
Dejaré así pues mi cabeza entre sus frondosos gestos
y en el medio de sus te…mores que la aquejan.

- Pero qué alegría es para mí, ingenuo y galante caballero 
el dejarme tomar entre sus dichos de halagos y sus manos centelleantes. 
Es el fuego que me entrampa, 
picando bravo y urticante, 
que todo el cuerpo me violenta 
esta alergia virulenta…(eeh..digo)...virulante! 

- ¿es ocaso de una vuelta?
¿es enrosque? ¿es enganche?
como un ansia trastocada
tomo nota de su puesto
a ver si hoy juega de volante.

- No digas pavadas semejantes,
tanta dicha comparada no tiene cabida en la cama de esta amante 
fanfarroneas tú, y disparas para el lado de los tomates, 
pidiendo que juegue de 4, pero que pase al ataque, 
no sé si te crees que soy ábaco 
o una mera acompañante. 

- Te pensaba ensimismada,
acompañada de flagrante desazón.
Te pensaba resguardada de un destino salvaje y desalmado.
Te pensaba invitar esta noche a mi amoblado
que los platos se amontonaron
y ya no queda limpio ni un calzón…

- Me sigues haciendo reir como solías hacerlo antes
¿será acaso que tú sin yo, si yo sin mí, sin ti, ni tú, ni sin, sin ni, ni fin, ni fu, ni fa, ni re, ni si ni mí con tú, 
hayamos probado el calor de otro Ecuador? 
En paralelo y en meridiano, con ton y son, con ron y sol, con roc y rol, 
la delicia de ser un barro en el chiquero de tu hermano, 
no tiene comparación. 

- Saltó la taba en el barro, harpía sin culpa ni perdón,
tras ese corazón bienaventurado se erige una pirámide de crueldad destellante y sin compasión.
De su traición vengo a enterarme, en mi propio lecho y con mi propia sangre.
Igualmente hoy la llamaba porque me falta un jugador para esta tarde.

- Oh, qué pereza! La que aqueja en tardenoche cuando tú no buscas mi querer. 
¿Será de mí tal vez que tu extraño andar tambaleante le pinte en gran talante, 
o acaso será tal otra vez, que en tu cálido revés no haya abrigo para mis cantos?

- Pero ¡qué ardiente proposición la que me haces en esa tarde de verano!
Expláyate un poco más y piensa en alguna otra cosa,
la cosa dificultosa se tornará
que si cierra, o si abre, después dirás 
pero ¡qué más da!

viernes, septiembre 21

Año de Primavera

Cómo recibir de otra forma a este septiembre tan deseado, aunque venga por poquito y para irse rápido dejando ensimismado un clima ecuatorial que siempre está por venir, si no es con unas letras elogiosas que contagian la alegría y el olor de los azahares arrimándose tímidos, entre destellos matinales y canciones de arrullo nuevas, aquéllas que se cantan al despertar, aquéllas que preparan el entusiasmo de otras siempre presentes canciones frescas, las cuales ya sea por idiosincrasia, ya sea por elección, vienen a narrar algo de lo que resurge en primavera.

Cambia su mirada, como cambia la estación, renaciendo del verdín los pimpollos chisporroteros, y con ellos, una nueva y compañera ilusión.

jueves, septiembre 20

/amanecióse/


Y levantó la completud de su humanidad un viernes mientras promediaba la mañana, huraño, 
con pesadez en su mirar y peores ínfulas de vecindad. 
Pidió un café con leche casi al instante en que salió del baño a grito de vikingo; 
le preguntaron si quería tostadas. No. Si quería un juguito exprimido. No. Pero recién exprimido. No. ¿y qué tal unos mimos? No. 
¿Qué viniste del Apolo? ¿? Digo…porque estás un poquitito alunado.

miércoles, septiembre 19

"sobe al ataque"

Lo vimos en el hall de aquel edificio renovado recientemente, lleno de ímpetu, como buscando algo. En su distracción le fue imposible darse cuenta de todo, hasta que todo hubo terminado. Dicen que no estaba esperando a nadie, sólo algún chiste noctámbulo y desalmado de esos que tocan el hombro contrario desde atrás, dejándote perdido sin saber quién llamó. Y así fue que de repente dio la vuelta entusiasmado, deseando sagaz que la mano llamando fuera esa que él no esperaba. Y no lo era. Como un trompo con todos sus colores giró hasta que en sus labios un beso lo frenó. No era nadie. El beso solo por ahí andaba aguardando su llegada y cuando lo vio, riendo y socarrón, lo encaró y el sobe al ataque pasó. 

Cuando se anotició de esto, 
ahí ya no había nadie.

martes, septiembre 18

trivia

dicen de las segundas partes que no son buenas

pero ahora, 
me vas a decir que si te comiste media naranja


no le entras a la otra mitad?

lunes, septiembre 17

que sí, que no

Cuando a una mujer se le dice no.

Cuando a una mujer no se le dice.

Cuándo de una mujer se dice

cuando se dice de una mujer.

Cuando se dice mujer,

¿qué se le dice?

Se le dice ¡mujer! que así no se dice

¿Y qué se le puede decir?

No que no. Ahí perdiste.

Lo que no se dice no, el sí amplifica.

Lo que sí se dice, no siempre se dice sí.

Si se dice no cuando sí, es lógico.

Lo que se dice sí cuando no, dice, y mucho,

aunque no diga.

Si quiero es porque sí.

Si no, no.

¿Y por qué no?

Porque deseo

miércoles, septiembre 12

un mundo de sensaciones

Tengo una amiga que es una puta, y no se regala. Tengo una amiga que mide un tanto más que yo, y se ganó esos centímetros como funambulista; malandreando hacia todas las direcciones posibles. La encontramos sola, vagando en esos reductos callejones de la San Francisco. La encontramos aquel día, que fué un día cualquiera, como así se la deben haber encontrado muchas otras gentes a lo largo de unos doce años de patas cansadas y boletos de colectivos. Dice ser de Comodoro aunque ya no tenga hogar. Fué con un amigo, y pateamos la noche los tres como pocas veces. Cantamos con tonada argenta mientras bebíamos y brindabamos constantemente en una de las tantas cantinas alegres. Luego se mareó y la alcanzamos donde su bulo. No lo conocimos. Tengo una amiga que auspicia de lo que sea necesario para el mango, el brindis y la sonrisa. Ayer nos tomamos un vino sobre los adoquines. La ciudad estaba hermosa. Nos confesamos los destinos y me contó de sus años anárquicos en un edificio abandonado en los suburbios de Nueva York. Charlamos de Kerouak, me dijo haberlo conocido a través del libro de una mujer, no recuerdo su nombre. Había escrito algo así como "una puerta completamente abierta". Me dijo: - Fué una novia o amante de él; lo conoció porque el flaco no tenía donde caer parado y ella lo invitó a pasar. Sublime, ¿cuándo no? Tengo una amiga de mil nombres y mil historias y unos cuantos sueños por cumplir.

martes, septiembre 11

un amante


          Manuel tuvo la astuta ilusión de pensar en todos los lindos momentos que estarían por llevarle un poco más de alegría a la pesadumbre que lo acompañaba hacía largas semanas. Mientras tanto él pensaba; y pensaba en cosas raras. Pensaba en cambiar su historia por otra; pensaba en mudarse de pueblo a alguno vecino, o a alguno lejano donde no conocieran de su amor que tanto bolero mistón le costó alcanzarlo. Siempre le pasaba lo mismo. Que para qué vas a viajar hasta allá, si no ves que no hay ni el loro; qué vas a ir a hacer, si las posibilidades son nulas; y bla bla bla; y Manuel como mula. Él, empecinado como quinceañoso denso en búsqueda de su propia voz.

Así fue como Manuel consiguió lo que tanto buscaba.

Con el calor asomando fresco tras los álamos y la luz escamoteándole penas entre el pedregal, las emociones cruzadas atosigaron su calma hasta hacerlo cantar una baguala. Entonó consternando el gesto con sus labios, y al momento apuró a salir de su alma un llanto apagado, aquél atardecer llameante de cándido pesar. A todo esto Manuel lagrimeó como nunca lo había hecho, como loco, como loco lagrimeando largo y sincero; como alma que despierta entre jolgorios de esplendores que pasaron; como siempre quiso hacerlo. Ese mismo día, ya oscurecido, ya no siendo el mismo, Manuel despertó de un atolondrado descanso, y lo que hizo, fue empezar a soñar.

lunes, septiembre 10

Era una voz que se fue


Dispénseme usted, porque hoy le vengo a ofrecer un pequeño chismerío de barrio, como los que Doña Amalia le contaba a la Graciela sobre el marido de la otra, ay cómo se llamaba..no me acuerdo…no importa, el caso es que cada vez que abría la boca, un marido iba a degüello casi sin compasión, aunque sólo lo hacía por el calor que a ella misma le despertaba. El marido de la otra, claro. Pero no es lo que me interesa hacerle saber.  Lo molesto simplemente con estos entredichos para contarle que en el día de anteayer, cerquita de las once de la mañana ya con el sol severo arrinconando muebles y telarañas por todos lados, el timbre sonó. Y sonó fuerte. Dos veces, hasta tres. Ni me preocupé por la impaciencia que denotaba la aspereza de esa mano inquieta y no precisamente con ganas de conversar. En un segundo me imaginé las diez fatalidades de todos los tiempos; en otro comprendí que del otro lado de la puerta nada habría esperándome salvo dos o tres pajaritos posados sobre el timbre, aleteando y cantando mientras la chicharra indefensa despertaba al trasnochado que todavía sigue manso en su lecho remolón; también hubo alocados recuerdos, deseos de volver a ver, y todo eso que vuelve sin que uno lo llame. Me alineé como pude y abrí, sin preguntar abrí, sin dar tiempo a arrepentirse, abrí y del otro lado no había nadie. No había voces ni sombras, ni pequeñines rajando después de su fechoría. Entre confuso y desorientado volví a entrar cerrando despacio para no despertar ni a la mínima planta. Ring cortito. Abro intempestivamente..y nada che...

miércoles, septiembre 5

La era del ocaso


Científicos de todo el mundo expresan su desconcierto y ofrecen a la humanidad su ayuda profesional ante la inminencia de las calamidades que se están viniendo por estas épocas. Artera es la consternación por la desgracia en la que nos vemos todos compelidos frente a lo que muy pocas almas sensatas y de buen corazón se movilizan para que de alguna buena vez pueda ir a atacarse el quiste que nos corroe las entrañas y que nos tiene a todos en vilo, desesperados y sin saber qué más hacer para combatirlo con las armas propias de la inteligencia, la belleza y el arte. Es por eso, señores científicos que les agradecemos su participación, aunque ustedes mucho de eso no entiendan y que su vida quede en la esférica cromosómica de que todo se puede. Hoy la situación les demuestra que esto no es así. El hecho que nos convoca a llamarles la atención es para alertarlos que algo está ocurriendo en el mundo y no podemos tolerarlo más.
Desde hace más de casi cien años, la felicidad, la certeza, la convicción y la alegría posterior hacían que hordas enteras de poblaciones de todo el mundo, y hasta me gustaría poder agregar que seguramente en algún otro planeta pasaría igual, había un axioma que regía el equilibrio y que con su sentencia sustentaba la firmeza y delicadeza de los profesionales, de los artistas, del ‘hay gente que de esto sabe’; del ‘no nos ilusionemos muchachos que esto es irremediable’; y todo eso que por aquéllas gloriosas épocas se sentía. Hoy no. Hoy estamos a la deriva y ese axioma no nos ordena más. Nos alcanzó la era digital y con esto nos encontramos sumergidos en el pavor, el pánico y el horror de enfrentarnos al vacío. Bienvenidos a la ‘Era del ocaso’. Sí sí, señores, hace rato entramos en una profunda desolación ante la inminencia de patear un penal. Solo, él y la pelota frente a la inmensidad de un arco que quintuplica en tamaño a la humanidad de ese arquero antes martirizado bajo los tres palos, ahora pensando que ese penal es fácil de atajar. Pateadores, atención: si ustedes no toman las medidas necesarias para remendar este mal que nos aqueja vamos a tener que intervenir todos nosotros… pero ¡por favor! Si es más fácil hacerlo que errarlo. 

lunes, septiembre 3

Su propia muerte cronicó y a partir de ese momento no pudo decir más nada, salvo dos o tres pasos vacilantes que dio hasta concretar la completud de su acto. 

sábado, septiembre 1

después de después


Hubo un antes y un después en la vida de cada una de las personas que se arrimaron a lo inefable de un presentimiento, como así también frente a lo horroroso de la última palpitación que anticipa esa caída estrepitosa en donde no queda pasamanos que sirva para ir a asir algo de una imagen que se desploma, irreversible, irreparable, irrisoria y hacia ello voy. Es posible que cada letra vaya a encadenarse tímidamente como de reojo puberal, es probable. Para eso, no más que rumiancia y paciencia; también es probable que, lo que vengo decirles amigos míos, haya sucedido, o no.
Por mi parte es lo que intento siempre. Siempre que puedo

Hubo un antes y un después. La misma situación. El mismo entretelón que separaba la magia de una escenografía sin punto que la amarrara a ninguna columna, a ninguna pared. El telón, cubriendo, tras otro telón que a su vez lo cubría a él, que a su vez los dos del aire pendían, o por lo menos eso hacían parecer. La primera de las caídas fue atrás del telón de atrás, negro como el azabache de noche; siendo tal la vergüenza, que la desesperación hizo de fuego subiendo por la planta baja del pie, que no se detuvo sino hasta llegar a la azotea. Pero por qué, porque sí, porque justo ahí en ese momento una de las actrices que salía a escena me sonrió. Claramente, en mi desplome sentí el poder de la ruina.
Por mi parte, esto fue sólo un antes. Antes de volver a caer.

Hubo un después del antes. En ese después, la situación, sus consecuencias, los encuentros carnales, el gusto por lo rico, y el gusto por lo riquísimo que se sucedió en lo inmediato hizo que lo irrisorio del antes se transforme en lo risueño del después. La descripción de la nueva escena es sencilla. Mismos telones, misma actriz, misma caída. La única salvedad es que fue diez veces más ruidosa y evidente mi torpeza, permitiendo una maldita y mágica risotada frente a la caída propia. La reacción, los dos en el piso previo a reírnos como unos locos, y el calor subiendo. Para los dos.
 Que se rieron por primera vez de sí mismos.