jueves, diciembre 29

de chiquilines revoltosos

Fue catalogado como un delincuente durante gran parte de su infantil vida, apenas si sabía atarse los cordones, aunque dudábamos que no lo supiera. No era difícil percibir cuándo andaba en la logística de algún plan malevo, malandrín de esos que hacen saltar hasta al más despabilado. Lo que sí resultaba imposible era el momento de hacer caer sobre él lo crudo y pesado de la ley. Siempre su indemnidad hacía gritos de presencia, siempre resultando tan inocente como nunca. Era así, una rara habilidad para pasar desapercibido en las circunstancias más adversas y extremas. ¡Hasta loas recibía! Entre el respeto y el temor, unos pocos; otros sólo mantenían cauta distancia, pero nadie podía ignorarlo. De todas formas, sólo era ese temor que no pasa de mayores. Esto mantenía estable las relaciones de todos, sin duda alguna, permitiendo que todas las fechorías se acuñaran sin víctimas ni agresiones físicas, ni incluso verbales. Recuerdo que buscaban siempre tan sólo una aprobación y una risa. No más. ¡De verdad, eh! No hacía falta más que una risa cómplice para colaborar con su actividad. Hoy, a la distancia, me es inevitable sonreír y preguntarme qué será de él, pero no viene al caso. Imagino que está haciendo reír a otros, por ahí, tampoco puedo asegurarlo. Quizá su delincuencia sea hoy harta verdad.
Hubo un día en el que todo pareció cambiar. Es casi imposible reconstruir con datos precisos, tan difícil que era seguirle el tranco y más aún anticipársele. Aunque suene chistoso, siempre jugábamos a ver quién le ganaba de mano. Ojo, sólo entre nosotros, que si se llegaba a enterar...

domingo, diciembre 25

puerto

Será entonces ese refugio el que finalmente de por concluido este momento de zozobras y entremeses. Aquel refugio fiel de aquella noche trunca en la que gritabas por quien sabe cuantos silencios dormidos en la estela de uno de los tantos crepúsculos, sobre esa proa desvencijada, cargada de insomnios y días salados.

Diste en el clavo justo a tiempo; ya no golpeabas las mesas de las tabernas con vasos malolientes ni fue la lengua la maldita excusa. Tu crisol de razas encajó la pieza perdida de un infinito rompecabezas en donde te viste melancólico pero risueño, perdido pero encontrado, lejos pero entre abrazos.

¡Genovés que bien te ves!

Después vendrían danzas que no fueron tarantelas, malevos en las esquinas y un catálogo de hijos bastardos: haciendo patria, sin dejar pasa un minuto, con un ojo en la nuca y el otro bien alto, en la frente.

miércoles, diciembre 21

..en épocas de orejas virtuales, timbres, y cerebelos esponjosos te conocí escribiendo-dibujando a pulso una postal con la foto de una montaña y un mar, y un mapa al costado, ¡cómo olvidar el mapa! Si crucé por ahí como un bólido. ¿qué iba a detenerme en marcha?

viernes, diciembre 16

entremeses

—¿Por qué estás tan amodorrado? —inquirió ella sonriente sin dejar lugar a muchas más palabras de las que allí se abotonaron.
—¿Qué?
— Que por qué estás tan amodorrado...
— Ah te entendí otra cosa.
—¡Ay en dónde tendrás la cabeza!
— Yo sé dónde.
—¿Para qué querés que sepa dónde está?
— Bueno che, es una forma de decir...
—...decir me perdido.
— ay en dónde que no tencuentro!
—¡Acá! ¡Acá!
— Dejá de hacerte el vivo...¿para qué te escondés?
— No me escondo. Acá estoy.
— Ah, perdón..debo ser yo la que no está.
—¡Ahí te encontré!
—¿Viste que era más fácil de lo que parecía?
— Sí...igual no se por qué me decís atolondrado.
—¡Amodorrado!
— Eso, eso... enamorado...

martes, diciembre 13

provincia

Aquellos años de Ayacucho vapuleando estancias enteras, ¡uiija! quién pudiera revivirlas.. Años en serio, viento en realidad y polvo mhijo, mucho polvo. Sabés por allá en Ayacucho no había mucho glamur, pero cómo sarandeábamos esos barriles de vid desdeñados y cuánto se lo añora a don Hermenegildo; toda una leyenda en esas tierras. Aunque yo más bien lo conocí cuando le pusieron el ´don´ y del gaucho bravo y sin madeja sólo quedaban un par de historias y su cuchillo e hierro. Lo había trabajado el mismo contaba, "ven, con estas manos". Ayacucho compadre.. te me fuiste del mapa en un parpadeo ¿dónde te metiste? Ahora en esta laguna de morondanga no tengo ni pa la yerba y a veces cuando cruje el estómago; porque es en serio que cruje eh, me hago baba con esas costillitas a la cruz de tus mediodías, tán ardientes..

Anoche oí un rugir que me sobresaltó. Como cuando Rayo vaticinaba ya un par de días antes que nadie lo iba a poder domar. Ese caballo era una bestia de espuelas inoxidables. Una buena tarde Cándido con mil cañas encima pergonó: - Y ahora van a ver como se hace, ingenuos. Dando tumbos se acercó a Rayo, que déjenme decirles: ni un pelo de zonzo; y a penas puso traste en lomo, el equino haciendo alarde de su fastuosidad lo dejó con dos costillas rotas y cuatro dedos mochos.

Estaba contándoles que oí un rugir que me sobresaltó, y en ese impulso miré por la ventana en vano, habiéndome confundido uno de esos carros modernos con la estanciera del viejo. Que salame.. Si ese motor hubiese escrito con el aceite que tiraba al piso, hubiera sido el Shekspier de los autos; pero para qué seguir fabulando...Con la estanciera aquella tarde lo levantamos a Cándido quien lleno e moretones pedía que lo agarren porque le iba a azotar al caballo.

Anécdota más, historia menos, Ayacucho hoy me volvió al corazón. Como esos mates interminables, y la risa de su gente.


viernes, diciembre 9

será siempre ajeno..

Nada de eso hazme saber.
Os ruego también a todos los presentes
mientras buscas desesperada la felicidad y sus fórmulas.
Pues mira, es ésta
¡atrás! ¡hereje!
que no serás tú quien irá a encontrarla.
Dímela.
!Ay! retinas quemensé tras el velo.
¡Ay¡ que serán iris de ustedes, si la verdad se encamina.
!Ay¡ que será de mí sin ustedes,
del fuego que hizo llover,
de la alegría
y él,
que luego mueren.

martes, diciembre 6

río adentro, al oeste del sur

Se dio por finalizada la trirelectura del querido Geno, otra vez, nunca menguante, creciente. Pianta lagrimón y te deja la boca perdiendo un troesma… No se si vuelve la esencia olvidadiza o solo se clava a la pared como fugitivo para no dejarla ver, pero no me acordaba ni dos alcornoques del final y estaba ahí justito en las antípodas cuando me emocioné y de paso como haciendo lugar en un subte de seis de la tarde me recordó porqué dí con él. Y se te empiezan a mezclar imágenes, y tenés a una junta mayúscula, tomándose una foto con el gallego del bazar expectante por el río que hace las veces de su voz hacia su madre. Esas madres galleguinas de azafrán en los delantales. Y otra en la que vuelve el forajido al almacén… cicatrices; tan reales. Me tiene en asombro perpetuo, como si toda mi historia pasara por su mirada. Que humorista, que escritor, ¡qué joder! Los halcones se cagaban de miedo cuando los desafiaba con sus observaciones. Renegau. Y así y todo le hace pito catalán a todo el mundo. Sabés... es un enamorado. (a masaibé). Desde ya. Pero hasta incluso un pasito mas: Un enamorado del estilo, de la letra, del placer y los refranes. (a masaibé). Del deseo, de la angustia. ¿Un porteño de ley? El porteño que a uno le gustaría ser. Un mezcladito de Isidoro Cañones con el loco que quemaba las guitarras, Chopin y Lacan.. por cortar arbitrariamente la lista. Y hasta Maxwell Smart también, pa que vamu andar cortando si el papel tiene más kilómetros que la 40. Después, que se yo.. Políticamente sagaz, no se comía una; aún después de un largos moscatos. Creo que lo empezaría de vuelta y no pasa muy seguido eso. Si; he de proclamar su prosa: - Che, ¿te le animás a geno?


A la memoria de don Eugenio "Geno" Díaz,
aquel cacho canalla y violento de la ciudad
que en su corazón cargó siempre un bazar de baratijas..


jueves, diciembre 1

y...de tanto inflar, pinché. IIII

Llegué. Pausado el camino, pero llegué. No sin sudar lo suficiente, ojo. No sin pensarlo más de una vez. Encima de todo, no sin vergüenza y sonrojado...no puedo decir, esta vez, que no pequé.Estos son los momentos en que uno merma y piensa un poco, asienta las ideas y se obliga a decir realmente por qué sigue insistiendo con lo mismo, ¡por qué! si no era necesario...por lo menos en ese momento, en ese día, la situación o lo que venga en gana. Pero a ver, y me da bronca pensarlo ahora, por qué correr, por qué desarrollar toda esa caterva de artilugios para evitarla, para no tentarme, para no volver a morder. Será cuestión de aprendizaje. Y conducta. Algún día quizá lo logre aunque, señores ¡tampoco es para tanto! ustedes sabrán comprender. Si al fin y al cabo, cada vez que pase, seguiré pidiendo siempre aquel chori glorioso que preparan en la parrillita del ñato José.

domingo, noviembre 27

solo por ayer

No necesitaba más que soñar,
al hacerse todo luz
y desperté.
Nada aparte de soñar quería ayer
para luego,
sólo despertar.
Amaneció conmigo envuelto,
sin desayuno, sin pretender
la compañía del agovio
de un tener.
Pero tener un sueño,
o dos.
No necesitaba más que soñar,
y aunque ya lo dije,
desperté.
Sólo necesitaba soñar
aunque sea un poco

jueves, noviembre 24

costumbres

Para ese entonces ya existían los devedé y los blú no se cuanto, los celulares con pantallas miniaturas y conexión global. Existían autos con computadoras adentro y asientos rasca espaldas. Sacapuntas automáticos, calentadores de agua de lungo saber, libros electrónicos que se leen cada vez que se corta la luz, lavarropas con radio y tevé, bicicletas que se pliegan, videoconferencias, cuadros abstractos, abstractísimos. Ferias de tecnología en video juegos, supermario mil, plaguíns, toneladas de música almacenadas en pequeñísimos dispositivos. Aparatos médicos de alta complejidad, submarinos monstruosos. Existían para ese entonces camas de agua, tibia, burbujeantes, aceleradores de partículas electromagnéticas, armas con las que uno muere de solo nombrarlas, televisores flaquiiitos flaquiitos, zapatillas saltimbanquis y robots en las mesas.

Pero a él le gustaba remolonear en su colchón y mirar al sol izarse entre los gomeros; escuchar programas de gomina y dos por cuatro en la vieja radio del nono y comprarle esos maravillosos alcauciles a la cholita de la esquina de su casa.

domingo, noviembre 20

infla que infla III

La única diferencia que podía haber entre ir caminando, o no, estaba en un punto nodal del recorrido. Cabe aclarar: el andar sobre el vehículo en nada garantizaba que la crueldad del destino no cayera entumecido sobre la coraza, corajuda ella, que había logrado construir previamente. Cualquier sentencia divina podía hacer que mi plan de esquive, porque no era más que una huida- o mejor dicho una completa evitación-, quede trunco en el intento. No podía pasar y caer nuevamente en las garras de aquella piraña que tanto me atrapaba.

Hubo días que pequé con ella sin culpa. Hubo días que hasta debí sobornarme para no caer. Otros…simplemente no pude contenerme.


jueves, noviembre 17

memorias

Esa piba que era un infierno
añitos juveniles, de grano en frente y buche en alto
gavilanes
ella sacudió las gambas, me dejó terminado
como los paquetes de puchos, constantes
yo escribía como un linyera
pluma en boca y candombeo
Se me metió en casa de los viejos
la piba, ese infierno
se me metió en los calzoncillos
fantasías
y no me acuerdo ni su nombre
ni su gracia, ni su risa
solo ese fuego jodido
ardiendo en casa de mis viejos
allá por aquellos años juveniles
de pico, pala y overol

lunes, noviembre 14

Infla II

¡Cómo me costó hacer que esas cubiertas quedaran listas para su inminente rodado! No es que me fuera a ir muy lejos, pero las dificultades que atravesaban el camino no se harían esperar, y en mi marcha lenta y perezosa, iba a implicar detenerme resignado en más de una oportunidad. Las cuadras eran pocas, de hecho, contadas no superaban las nueve. Sí, nueve cuadras de cemento tramposo se erigían a lo largo del recorrido. Que a dónde iba…no sabía con certeza, era un encuentro con alguien, no importa quién. Sólo algo era clave. No podía ir caminando, y las ruedas ya habían inflado. Idóneas a su cometido marcharon una tras la otra sin molestarse, y mi tranquilidad, aunque algo inquieta, estaba en su lugar: arriba de mi bicicleta. Todavía no sabía con lo que me iba a encontrar. Hay momentos decisivos que hacen a uno inflar el pecho de emoción y salir andando.

viernes, noviembre 11

once

Hoy se repite el once tantas veces como de lugar. Ahora ¿cuánto lugar hay para el once? Once lugares quizá, once lunares. La gente se vuelve loca prediciendo. Premoniciones. Y lo previo a las municiones son estas ganas de ser nueve, u ocho; u once, qué más da; si tan solo dejaran de repetirlo. El año entrante será con el doce y la gente xeneixe izará sueños de gloria. Algunos otros irán cual forajidos a robarle el sueño. Otros solo tendrán sueño. Uoooaa. Y otros soñarán. Y mil veces uno bosteza por la mañana, pero solo un bostezo es el que vale, y no es justamente el onceavo. Tampoco hay que andar tirando yesca al piso ¿no? El once es un lindo número, como dos hermanos palitos, II, miren. Si los vemos así -11- en cambio, parece que van marchando hacia algún rumbo desconocido. Como aquellos que guerreaban machacando junto a un estandarte. Y si parás dos puchos uno al lado del otro es como un once. Y caigo en que si no se termina este

(Renglón)

Habré evitado el once.

Pero lo mencioné, como lo habrán mencionado cientos de miles de millares de personas aunque… ¿Habrán tantas personas? Eso ya sería meterse en camisa de once varas. ¿Entienden? ¡Once varas!

Y la expresión circular que subyace en todo este menjunje de palabritas no nos canta ningún número, ni hace ninguna cuenta; solo rueda eternamente, por los confines de lo incierto, y alborota esa duda guarra, que se nos queda en la nariz como un moco, o como alguna otra palabra fea y trunca. Como ese once despistado. Como un piojo en todas nuestras cabezas: haciendo rancho.

Me acuerdo de una vez a mis once años que había pasado los diez y ya era grande. Me acuerdo ahora que soy chiquito y quizás no vuelva ahí. También me acuerdo de veranos colmados en verde, de aquella esperanza que renovaba sus voces en el eco fugaz del viento. Recuerdo ahora mientras la brisa entra silbando bajito por la ventana, haciendo sentir aquel tiempo nuevamente: aquellos helados de agua en palito. Palito y palito; son once. Otra vez. Y once veces más.

martes, noviembre 8

Esta historia está fechada en unos años que no son de acá, en un día muy parecido a éste,
con una temperatura poco similar.
Sucedió en otro país, quizá, pero se hace borroso al recuerdo. No sé quién me la contó o si la inventé en el medio de mi vida para tener algo más que contar. La verdad tampoco me interesa, son sólo datos que no hacen a la historia. Lo único que puedo afirmar es que los hechos, las consecuencias y sus lágrimas cruzaron por los climas litorales, aunque los calores crecían magros.
Supe conocer a una chica distinta, pero distinta en todo. A mí, sobre todo, por suerte; y muy distinta a ella misma también. Cada vez que bajás al río no es el mismo, suelen decir. Uno tampoco.

viernes, noviembre 4

rachas

Andábamos afilados: ni la crucifixión hubiera podido sacarnos de esa alegría constante, pilla como nunca antes y disparatada. Estabamos viendo de salir a vender empanadas y birras con un amigo. En eso apareció el Señor Chajucito y le dimos la bienvenida a todo el balbuceo – averiguando precios – dijimos. Chajucito afiló su garganta tapada de puchos – ¿a dónde quieren vender empanadas? – Arremetimos, claro -Conseguimos un proovedor, a dos mangos la tenemos hecha. Y calentita en las inmediaciones de recitales. Un silencio de momento se propagó en el cuartucho apoderándose de la situación. Seguimos – de algunos seleccionados previamente – Chajucito plantó tacón y sacó chapa,

- No, ni idea de este tipo de proovedor. ¡Yo busco materia prima, papá!

- Yo busco a mi prima cuando quedo de garpe....

- Y bue...

Chajucito se despidió amablemente. Nosotros que seguíamos afilados, conquistamos al mundo como Napoleón mil veces esa tarde entre alguna que otra charla perdida de primas cariñosas y gauchitas. Al otro día, había que agarrar la chata e ir a buscar las provisiones para el concierto del fin de semana siguiente, que había feriado y prometía bien.

martes, noviembre 1

por las deudas

Hoy dudé todo el día.
No se si fue la humedad
o qué,
pero yo sabía que algo de aquéllo iba a ocurrir.

Hoy sentí todo el día que las baldosas no estaban donde siempre,
y las macetas reían.

Pudo haber incidido el sueño que me alborotó el alba,
o el desayuno que no continuó, o la radio,
o...

El tema es que dudé,
de qué,
no se,
por las dudas, dudé.

domingo, octubre 30

rivoluzione

Hay una palabra o dos
por cada día
irreprochables entre sí
algo mezquinas

Los puentes y los espejos llaman mi atención
o cruzo y me reflejo, o me reflejo y cruzo
Es la esperanza del horizonte
esta revolución entre los dientes
chillona la bien guarra
bellísima

viernes, octubre 28

otra vez al río

En el río me miraban hablando entre ellos, y reían cuando los vi. Sin quererlo fueron acercándose donde estaba sentado, sostenido en el puente que mis rodillas permitía, y leyendo, así como me gusta y suelo hacerlo. Completamente concentrado, o quizá no tanto... ella me hace acordar a un rostro de otra parte de mi historia. Uno de esos recuerdos que sólo cuadran como en el amor de una vida. Era preciosa, hay que admitirlo. Se le dibujaban en la cara diez años menos de los que me acordaba, o un poco más. Pero la veo y el parecido es sorprendente. Por suerte disimulo que sigo en mi lectura muy concentrado, aunque desarmado, otra vez, quedé.

miércoles, octubre 26

¿nosotros vivimos en un mundo paralelo?
¿o vivimos en un mundo para lelos?
somos mundos de una vida lela
y de una vidalita

domingo, octubre 23

el del domingo

― “¡Estupendo pase en profundidad cortando el ancho de la cancha! Pero aparece como un rayo Saldistúa anticipando al defensor. Bombazo de 135 metros al ras del piso que no se anima nadie a detener...¡¿pero qué pasa muchachos!? ¿A qué estamos jugando? Sigue el partido y el esférico circula por el campo como monja sin sudario. Relené arremete como tolva por entre los dientes de Garlipez y ¡es fau!. Tiro libre…Para mayor refrigeración, Tir de Bardahl, cuí-da-el-mo-tor.. Veinticinco minutos de la primera etapa y el partido sigue cero a cero. ¿Qué me dice López de lo que vio hasta ahora?

― Verrdaderamente, señor Urlismende, el partido ha atravesado una serie de situaciones insospechadamente inverosímiles que no lograron generar mucho más peligro y situaciones del que generaron. Tomando en cue..

― Muchas gracias López, ha sido clarísimo su comentario. Prosigue el encuentro y seguimos como cuando empezamos, y como antes también. Quince minutos del primer tiempo transcurridos y es un momento especial para entrarle a un Alfajor La Nirva, rellenito de Sabor. ¡Penal! ¿Usted vio lo mismo qué yo López?

― Si.

― Clara infracción cometida por el defensor que más que marcando lo estaba invitando a bailar. Momento decisivo del partido. Los plateístas embravecidos por la mala decisión del árbitro le arrojan improperios a mansalva sin importarles la veracidad de los mismos. Está muy claro que esto está arreglado. Se detiene el partido por unos instantes y el referí se acerca al alambrado de la parcialidad local, les guiña un ojo y todos festejan. Veamos la repetición López, pero para mí eso no fue falta, es un simulador. ¡Es un simulador!

― No queda claro en la riplei si..

― ¡Bien cobrado! Esto sigue cero a cero y sin emociones, gran momento para refrescarse con una Coca-Loca. Es sentir de verdad. Treinta minutos de juego y los goles que ya van a venir. Esto me huele a goleada López.

― Hace 47 años que Remilde no convierte de cabeza y

― Callesé López que no me deja escuchar lo que dice el relator. Veinticinco minutos restan por jugar y el partido se sumerge en la magia de la gambeta de Belenessi, gran amago hacia la izquierda dejando acostado al estóper, encara al arco ahí está, cruza mitad de cancha y buen quite de Turrién sin despeinarse...esto sigue cero a cero...¡Partidazo estamos viendo!”

miércoles, octubre 19

un relato, un olvido, una puerta

El incesante rugir de las ambulancias enfurecidas que sobrevuelan la avenida mientras todo calla y grita al mismo tiempo, como en una kermese de edificios oxidados, en búsqueda de algún esplendor perdido allá por los treinta y pico. No existíamos ni vos ni yo, ni muchos de los que conocemos; pero aunque no parezca, la ciudad tiene sus ojos y sus pulmoncitos tapados que ya solo se esconden susurrando un devenir.

Esos ojos nos cuentan.

Como contaron de aquel momento en el que Raúl plantó en seco a como veinte años de laburo anegreado y se fue a buscar ese dulce de leche que tanto le gustaba. Nadie ha sabido más de él. Siempre hay algunos que -dicen haberlo visto-, pero así como hay tantos otros que aseguran haberse sentado a masticar un buen pedazo de asado con cuero, al costadito de la ruta, con un sifón inconfundible y doce mil moscas revoloteandole el jopo.

lunes, octubre 17


—Me encanta que te encante.
—Me encanta que me encantes.
—¿Te encanta que me encantes?
—Me hiciste reir con hoyuelitos
—A mí, no.

(¡eso es gustarse!)

viernes, octubre 14

Sabés que el otro día venía pensando
por la calle
acerca de algo que escuché
Una pregunta,
de esas inabarcables
de farándula y café
"¿vos sos feliz?"
Y me preguntaba riendo
¿yo?
yo que mierda se
la verdad tampoco me lo pregunto
y ni me interesaría preguntármelo
y me daba raro pensar que todo el mundo
generalmente
se pesa lo feliz en momentos
Y aunque no diga novedad
es un impedimento enorme pensado así
porque no deja nunca de decir condiciones
condicionarte constantemente
a buscar -ese- momento feliz
y después no hay
y no loco...
Es más como uno lo toma
sino por qué se dice: "hizo un comentario feliz"
pa´poner un ejemplo
¿el comentario es feliz?
¿el que lo dice es feliz?
¿el que comenta lo que otro comentó?

¡Si la felicidad hablara!
(Dejaría a más de uno con la boca abierta)

Imaginate un personaje
Feliza ella
O Felicidad. Bien crudo.

Y personificala en el conjunto de las personas más felices que conozcas... Siempre tomando en cuenta la humanización de la felicidad...

¿Cómo sería?
¿Sería humana?
¿Sería una gran psicosis?
¿O sería una quesería?
Yo que se.

Por suerte llegué al final de las diez cuadras del recorrido y entré al edificio. Felizmente me dí cuenta de que me había olvidado la birome.



martes, octubre 11

estrategia

Todo lo que queda en el plano del hacer siempre está por. No fue fácil convencerla de la incomodidad que le profería su tapado verde petróleo. Tampoco se hizo difícil rechazar la oferta del sillón y, sobre capitoné, ensillarse un copón de vino que horrorizaría a un beduino. Yo más cauto, pero el vino es rico. Nos convocaba la lectura de unas letras perdidas que recordaban otros besos, y entre ellos una foto. Recién nos conocíamos cuando sin quererlo nos conocimos por demás. El sillón fue siempre su debilidad, y como tal, el secreto de mi arma certera. Había funcionado aquella vez y hoy no podía fallar. Tan sólo una táctica, básica pero efectiva. En el plano de la estrategia me desplazaba, aguardaba paciente el contragolpe. Aunque su tiempo no era el mío, los dos sabíamos hasta dónde. En esos momentos, dos o tres por noche sólo algunos contingentes, se genera la incertidumbre propia del encuentro. Quedar más allá, la panacea del creador, la caída imprevista, el remonte sobre la hora, la deforestación y la risa. Todo en una muestra cálida de un constante bamboleo de la palabra y sus insinuaciones. Él te quiere llevar al catre, es así. Ella te la va a hacer dura… literalmente. Y en esa dinámica se manejan. Hasta que uno trastabilla y deja caer algo más. La escena se arma, segundos afuera un nuevo round comienza y se dispone todo al nocaut.

viernes, octubre 7

Dijo ella sacándose la bufanda que habría de haberme cargado con bueyes para sacarme de esa modorra azul que carcomía el andamio de mi no lucidez, en días nublados. Dijo ella ayer y todo retumbó mañoso. Se aleja. Lo hace para aliviarme, intuyo. Y a veces intuyo bien; cuando se asoma por entre las sábanas cauta, misteriosa.

martes, octubre 4

Un rincón de la ciudad donde las hojas caen y rebotan antes de perecer, recuerdan otro tiempo ya caduco, de otoño. Barrio de malevos aquél, que todavía levanta tierra al andar, en nada se parece al que esta historia vio.

Allá, en la otra punta donde todo es verano luego de florecer, pasa ella sus días más cerca del río, despertando en burbujitas varios amoríos que se pierden.

Hace unos años hubo un amor que floreció en invierno por los barrios del bajo Buenos Aires. Cansada Campanula de pelandrunes sin entusiasmo, salió a buscar, una tarde que le recordaba a sí misma, a sí misma. Tenía su cita en aquella galería de Florida y Corrientes, aunque ella lo ignorara. En Rivadavia al 400 salió de su casa. Un bonito edificio tipo chorizo que, según se cree, hoy ya no está.

Laureano allá por Liniers, un par de escritos y fotografías fueron su mañana. Ni se imaginaba el resto de su tarde cuál sería.

Cuentan también que al cruzarse en la galería los descubrieron, pero hasta cuando los encontraron, quizá, ya se habían enamorado.

viernes, septiembre 30

Entre sueños y poesía
el río de Heráclito ha ido llevándome
puede que haya salido bien
quien transitó mi sombra es ahora otro
como espejos que reflejan mitos
y fábulas
soy el que soy
guardando el misterio del nombre
mañana que me recuerden
si el tiempo es el don o la merced de la eternidad
ni eternos castigos, ni eternas recompensas
el sol refila los perfiles
y nadie baja dos veces al mismo río
porque las aguas cambian
nadie baja dos veces al mismo río
porque nosotros somos el río también

domingo, septiembre 25

gotita 'e recuerdo

Se enamora el rey que entre sueños baila. Y quedó resonándome la frase largas horas previo a despertar confuso y olvidar como un autómata todo lo que en el sueño ocurrió. Pasé hondas noches tratando de reproducir sistemáticamente toda imagen extranjera a la memoria, pero al despertar siempre era más del mismo día. No podría precisar con entusiasmo cuántas fueron las historias que olvidé recordar, pero en una de aquéllas todo pareció brillar, sin colores ni sonidos…todo pareció brillar.

Trato de reconstruir alguna, y me empeño con esfuerzo en la tarea. Ingrata energía, como fondo de whisky a merced del hielo, y me pierdo.

Pido perdón por los exabruptos, las tangentes y las demoras del relato. Mi intención es contarles, no mucho más, una historia que nada guarda en relación a sueños carnales ni a surrealismos banales. Mucho menos esos laberintos imposibles donde la salida es siempre volver a entrar.

Pasó hará cosa de tres días. La situación, el momento y su final, no tuvieron sino un suspiro inaudible hasta para el más avezado en la agudeza de los sonidos, los tonos, las fiestas, el desenfreno. Todo pasó muy rápido. Un callejón, la oscuridad y unos pasos cortos pero feroces que alcanzaron un trueno y todo se silenció. Y la calma que se hace cala en su olor inconfundible. Por un segundo creí no llegar a distinguir la reyerta, aunque analizando luego mi posición resultó asombrosa mi inmunidad, cauta pero medrosa, a la vista de todos. Una observación casi impune, casi obscena.

Había visto matar, sin saber por qué ni quién; había sentido placer viéndolo; había sentido… y me alegraba de eso, sobre todo porque era lo único que me diferenciaba de la víctima. Había sentido lo sublime del momento, perfecto. Y la lluvia lo tapó todo.

Así por lo menos fue como lo contó, algo perturbado, Serafín. Gomía de cuando chicos, que dejó a la banda para entrar a la cana hoy ya retirado. Demasiado buena madera para meterse ahí. Lo contó cuando nos cruzamos por el barrio, treinta años después, ya desdibujado en la memoria, ya lejos y difuso, ya no era el mismo. Esa fue la única vez que volví a verlo.

Tomo aire, levanto la vista ya de día y me acuerdo que la otra noche soñé con Serafín.


miércoles, septiembre 21

inflador

Entre las primeras resolanas que valen la pena estaba inflando las cubiertas de la bici
Un-dos, un-dos, un-dos, psff..
Tenía ya el dedo gordo en la sombra mientras seguía en el intento del aire
Un-dos, un-dos, un-dos, psff..
Levanté la cabeza por encima de mi hombro, no hubo onomatopeya de articulación. Un niño en la plaza se revolcaba en la arena y gritaba a sus amigos de juego: "¡Soy una milanesa!"
El sol que ilusión no había sido, acotaba su inmensidad
Un-dos, un-dos, un-dos, psff..
Necesito un inflador como la gente. Como la gente que infla.