jueves, noviembre 29

libertad

Están buscando algo mis letras que no saben bien que es
buscan con el lápiz, entre hojas y parece que las fichas llueven, pero no caen
están buscando algo mis letras que se rompa por si solo
que cuente sin tener que jugar al garabato
que deslumbre sin dejar de hablarle a los amigos
que se haga ameno entre tanta burla

Ya encontraran ese algo mis letras
lo harán de pie y en caravana
como un sueño quinceañero de revolución
como la mano amiga de esa cuerda, arrimándonos el suelo
lo harán sin mi y las contemplaré
en un desfile triunfal
sin banderas ni acentos ni puntos ni signos

Mis letras y yo
esperamos ese momento

cuanto antes

martes, noviembre 27

legüero a pie


Tomaba por Ayacucho hasta doblar al 100
con sus leguas demoradas
de otro tiempo siempre mejor.
Un día las nostalgias del paraíso se perdieron
y al otro rió tanto como brilló su voz.

Saben de las glorias los bacanes,
cañazo y compañero
como tímidos recuerdos
de alegrías y maldades,
andaban frescos ahora
con las horas de un adiós.

Dejó la esquina quieta y sin pisarla
la útlima vez que pasó por última vez por ahí,
para ya no volver.

viernes, noviembre 23

golpes de maldad


¡De malo era el flaco Ferrovianti! Que pa qué te voy a contar. Era parco y encima tenía unos modales pésimos, junto a su malhumor de siempre y sus peores entrecruces con todos nosotros. Lo frecuentábamos en su cotidiana caminata, casi litúrgica. Sagrado peregrinaje que acompañábamos hacia los más desaguisados rincones de la ciudad bajo crueles consignas, tristes algunas, y muy pero muy violentas las otras; así y todo estoy seguro que ninguno de nosotros se lo puso a pensar jamás, pero me parece que se nos iba un poco la mano, uno atrás del otro lanzando improperios de esos que hieren, siempre esperando  respuesta y una defensa agresiva, obvio, ante la humillación que debería sentir todos los días al salir de su casa. Pero siempre esperábamos, y siempre nos quedamos esperando... Creo que no haría falta seguir en detalle la mortificación sistemática a la que exponíamos al flaco. De familia laburadora, decía mi vieja cada vez que se enteraba de un nuevo ataque, con gesto de madre aleccionadora, aunque nunca entendí el porqué de su sentencia. El flaco se terminó mudando, y con eso acabaron los agravios, mas no creo que haya pasado la humillación que sintió…pobre flaco..

miércoles, noviembre 21

arde que arde


olor de azufre mentolado
¡ay como arde! ¡ay como sufre!
pinta pieles amortajadas
¡sana sana, culito e rana!
Lastimaduras, raspones y llagas bravas
el mertiolate te las cura y te las deja anaranjadas.
¡Teman el embate del combate hasta cicratizar!
antiséptico el muy noble pa que no se hable de infecciones.
¡pero qué gran hallazgo!¡qué gran audacia, gran!
desinfecta y adormese
y a los virus y bacterias,
ni las gracias les deja dar.
Un poquito e benzalconio, sal de amonio si las hay;
lidocaína otro tanto
¡qué encanto de anestésico local!

No hay consejo que por bien no venga,
siempre y cuando no lo diga su vecina
(la metida)
¡cómo arde el mertiolate!
haciendo burbujita al aplicar.
Pa cortes superficiales 
cura que da calambre;
aunque pa las heridas más marcadas,
como el mertiolate no hay nada,
y sin vecinas preocupadas,
con tantos cortes, con tantas raspadas
si no sanan hoy,
¡sanarán mañana!

«tenemos un arquero que es una maravilla, ataja los penales sentado en una silla. 
La silla se rompió, el arquero se cayó, le pusieron Merthiolate
 ¡y el arquero se curó!»

lunes, noviembre 19

Uno el camino


En su rostro despoblado de senderos, luciérnagas y llanura
canta el juglar de los miedos zonzos al surcarlo 

travesura de una oscuridad sin luna que acompaña su andar
entre el mar de esteros que lo confunden
empecinados como terca  mula
como terca mula empecinada en llegar.


Dibujo de ilusión a través de las lomadas
la meta se marca en el camino

al tiempo que hablan las andanzas;
meta y destino uniendo los pasos,
meta y destino se convidan con olvido
meta y destino que a uno marcan
haciéndose uno con el camino.


En su rostro deslunado dejó un brillo el juglar cantando
sin temor a que temores de juglar no haiga,
y con todo el verdín de su voz
sube al hombro el poeta su guitarra de mañanas
asomando yuyos, asomando soles
hablando las andanzas que al tiempo harán cantar;


meta y destino uniendo los pasos,

meta y destino se convidan con olvido
meta y destino que a uno marcan
haciéndose uno con el camino.



miércoles, noviembre 14

llamados de madrugón

madrugón que manyás al alba
con tus movidos manjares
¡madrugón méndigo, mercachifle! 
de momentos menguantes y menudas alegrías
madrugón, ¿ma que querés?
si me mando contigo a cualquier mundo
con tal de masticar esos modos coquetos...
mas yo no puedo mentir
ni matar mi parecer
ni ser mestizo mosquetero
que ante tu mágico lucir
mis pasar se vuelve miel

domingo, noviembre 11

de esas que dícense diosa siendoló


Diosa confluyes con el ir y venir de mi mirar pierdéndose en las doscientas diócesis degeneradas de deseosas dóciles dosis; dúctil dulzura dionisíaca que no desespera ni de sólo desandar los desaires de ciertos desiertos, y el desenfreno del descanso, mereciendo despacito que despierte tu mirar.

Desprendido prosigo atravesando divertículos a decenares de lo más disonante, descendiendo cada vez más tarde de aquellos destellos que daban distantes adivinanzas donde caricias hubo. Con dedicados dedos delicados de satén desatabas deliciosa los cabos detumescientes  de tus decentes días dorando los míos, idos, distraídos como dicen los que dicen bien. Después, ¿importan los despueses sin yacer? Que de haber sido otra cosa dejaría de ser; y mi disparo, disímil por doquier se desmaya en el débil duelo de sendas miradas nuestras desencontrando el deshoje con desdén de deseo desfondado, símbalos silbando, melódicos recuerdos dóricos devolvidos del olvido como dendritas adormiladas desenmascarando la difícil diligencia vociferante y dicharachera de las huellas despedidas desde antes de ayer, para seguir chisporroteando.

¡Oh Dulcinea de las pampas! Tan desinteresado en mi despojo hágome el notariado entre dustas desinencias en desuso y demases datos que domestican mi hablar demodé, denso y un poco zonzo, y así domeñadas hasta danzar. Desflorando idiosincrasia de cruzado, son diatribas deslenguadas divisando la deuteromorfa desazón de idolatrar tu oceánica divinidad de deliberante desfachatez que amilanan este dueto de disertantes, dramaturgos de cotidiano divagar, deusa do meu amor endemoniada por demás en mi después, en mi antes.

¡Oh, otra vez, deficiente decidor que despierta a la vecindad destinando estas dobles desidias de dignas delincuencias disimuladas por la deidad del tacto decidido de tu piel de durazno con la almendra de mi voz!  Y desfilo, y desvisto, que no habrase visto la duda alguna de los que te dicen, diosa, que si sigo hablando de vos, doy la vuelta seguro donde miradas devienen otra vez decires y demases dientes que distes cada vez riendo.

Tú, desorientadora de desayunos desperdigados donde daban las sombras del abedul en el jardín. Y desafiar, diosa sonrojada desafiante y distinguida, desafiar descifrarte diosa, desteñidos despojos de esperanza, efervescentes, que detentan detener la dislexia de la historia de una espera demorando mi despertar desterrado desde aquel pueblito despoblado, para aparecer después desnudos tras desayuno desprovisto de todo doblez de cuidados hasta que migas y humanos hagamos uno.

Y de seguir debería describir, o al menos definir, las distintas y cotidianas distracciones donde el encuentro disfruta en derredor merodeando mediodías, diez, diez mil, diez millones de diez mil veces de sentir que la diosa, dulce diosa dionisíaca preciosa de este deferente decir, no disimula no sin dificultad, que la diosa está en ese mirar de sonreir.

miércoles, noviembre 7

la isla

La isla te devora, te hace cruzar golpeando cada recodo de las humedosas paredes de su tracto, aunque acolchonadas, suaves y amigas te esperan para comerte mejor.
La isla te hace ser parte de los brazos de sus ríos, con su afluentes y afluencias y ¡guarda con que crezca! porque así como te abraza te aprieta, la isla te aprieta y te exprime hasta la más acompasada congoja y espera superada a ver si te las llevás con el lugar. Sueña la isla comerciando días mientras cuenta pilotes, mientras cuenta palotes, uno a uno, y no se repiten. Un palote dos palotes que no son el mismo, tres palitos que flotan con las ganas de un delta parsimonioso cuyo mejor instrumento es embarullarte y hacer que te pienses uno con la isla. ¡Y cuánto te la creés!
La isla te come; deglutiéndote ríe satisfecha.
Ahora, entre nosotros, qué satisfecha un tanto mentirosa, si en cada bocado de cada pedacito del cuerpo alimento, cuerpo isla alimento; en cada sustantivo social, en cada indiviso hermano patrio, en el banquete de cada uno de ellos la isla piensa y no ríe tanto, porque la isla se atraca engullendo y pensando, y no riendo, si siempre está babeando por su próximo bocado.

lunes, noviembre 5

entretejidos

comienza el día
entre lo posible y lo imposible hay algo
una verdad terrestre que como un puente invisible
(o una escalera caracol)
invita a sorpresas y destellos

los abrazos no estarán torcidos
con ambición de estatua se entregarán bostezos intensos
pausas
contradicciones, comodidades

por el camino desafíos
y un puñado de momentos 

todo es parte de esta gran poesía
deja que hable por si sola

ese polvo de estrella indica algo así
como el final de un viaje
y al final el enchufe chispeó
porque creer en la eternidad es ansiar la muerte
y porque 

¿fuimos, somos o seremos?

domingo, noviembre 4

cadáveres sabrosos

el viaje y sus formas sin forma
ya casi que no puedo escuchar sin Gustavo
el ritmo me marca un tiempo sin tiempo
(chico de mochila que paga)
existen vuelos, ciertos vuelos de tan real altura
pongamos por caso: "¡es ahí!"
no pido más treguas, momento y movimiento
- eh, vo... si nos conocemo la re hacemo...-
me aguarda un río, espero también ciertas caricias
son narices, no mascan pero saben...
¿cuántas cafés caben en una ruta eterna, inagotable?
de sol y sombra tu congoja
el crecer en nosotros mismos
con aromas, recuerdos de wiphala
sin broches ni moños,
preferimos los finales abiertos

en  coautoría con Luciano Pusineri 

viernes, noviembre 2

de camino el Escondido


Allí por donde surcaban montes la espesura de su mirar se apuró una lágrima a contar la historia ende lo alto de un camino hizo de paciencia y perseverancia notas que brillaron por lo bajo las hazañas de su amor.

Y fue sin grandes matarifes, sin alusiones a guerras, ni mucho menos que menos a una vida de trabajo duro y callado.

Pasó que pasó, como pasa tantas otras veces, dentro de un valle poblado en vegetación del más oscuro verde, con buenas ansias de prosperidad y con gente de corazones enormes, de esos que asombraron a rolete al uropeo, allá por el mil y vaya uno a saber cuántos.. ¡tanto se acobardaron al perseguirlos!

A no ser por dos o tres almas sensibles, protagonistas de la ventura de su propia historia,  podría haber quedao trunca antes de ser oída con ganas por las generaciones que vinieron a creer en que algo más podía hacerse en la calle de la verde y espesa vegetación, como las lágrimas, como las yungas, y las persecuciones a muerte por amor.
En verano y con calor, cuando cruza el alazán impaciente los campos y los otros campos sin siquiera echarle una ojeada al poblado dejado atrás, mejor que uno guarde distancia, total no es más que peligro ajeno. Seguramente donde uno cree estar a salvo se desatan las peores consecuencias.

Nada puede hacerse cuando el Sol, severo y distante, autoritario, marca el paso del caminante; ahí la arrastré a la Azucena, sin mucho tino y con mucha más arrogancia, casi que la obligué a seguirme. Aunque por algo vino. Y la Azucena se la bancó como dios manda, porque el único que la comanda es el dios de su sed, y el de sus ganas. Es que ella era del campo, y hasta no haber alcanzado sus propios pasos no sintió el entusiasmo del verdadero amor. Fue conmigo. Pa qué voy a andar mintiendo, si yo también, ese día entre los girasoles la vi entera desnuda y me dije pa mí mismo que era ella con quien yo iba a seguir todo lo que de camino quedara.