jueves, septiembre 26

uno desconocido

Llorar, como un nene con la rodilla recién estrellada contra una canilla mal puesta en el medio de un baldío, ahí donde antes de estar no había nada, o sí, había un lugar para pasar sin golpearse.
Tan real el moretón, tanto y más que la canilla. ¿Será que quedé sentido, re sentido, después de sentirme así?
¿Dónde me metí? que el llanto brota tras de sí, mar de lágrimas -de cocodrilo- que se apuran por sumarse unas con otras, austeras, prejuiciosas y confinadas a pedir ¡por favor! que esto termine,
o empiece, de una vez,
por todas,
y por cada una de las que vendrá a apaciguar el llanto en el que jamás rompí. Si al fin y al cabo se secó antes de alcanzar el lagrimal, nunca tan bien dicho, siempre tan mal habido...¿y por haber qué? Por haber habrá la duda, la fantasía y la zambullida desconsolada en lo desconocido que vendrá y que tanto atrae, sobre todo a la juventud. Lo dijo Bioy.
El desconcierto, entonces llora ¿saben?, llora en soledad sin llorar, hasta que ya ni se acuerda por qué no lloraba. 

sábado, septiembre 21

salvedades

es sólo un instante

concordante
paralelo
yuxtapuesto

en perspectiva: dos miradas se encuentran,
se reposan lo necesario como para hacerse oír

las manos tendidas

dos miradas ciegas cobran luz cuando el tacto es insuficiente

nace la palabra, necesaria
nace para el amor, necesario

y es sólo un instante

miércoles, septiembre 18

de perros

Llueve en un pasaje de ladrido reo, el día de perros tiene sus dos campanas.

Hay quienes describen pujantemente que se trata nomas de la fuerza de la erre. Lo afirman mullidos en futones bajo el manto tranquilizador de la mano que los consiente.
Luego están los otros. Son los más, se escuchan menos; la lógica del mundo no repara en distinciones. En sus andares hurgan los basurales, se disputan y comparten la misma codiciada fémina, una y otra vez. Lo hacen fingiendo una sonrisa esperanzada entre las mesas de algún cafetín, mientras esperan una galleta.

No es la erre, es la rabia.
Fe humilde de respiración jadeante. El silencio de las pulgas, la verdad de los perros.

lunes, septiembre 9

cómodo describió

La voz de un joven porteño interrumpió el murmullo cadencioso de los salones dispuestos para recibir las charlas de todos los contertulios invitados el día de la fecha. El festejo concentra varias de las figuras con más renombre de la ciudad, que entre choques de copas y ruidos de lo más estridentes, debaten, se chicanean y ríen mientras sostienen incautos la sorpresa que les estaba esperando. Mientras tanto los anfitriones, acostumbrados a semejante convocatoria, se ufanaban a lo largo y ancho del recinto con sus saludos de distante camaradería forzada y los fuertes chuics impostados de las damas invitadas, buscando la generosidad entre las sábanas de alguno que estuviera dispuesto a permutar treinta segundos de amor y algunas horas de su cuerpo. Algunas de las parejas hicieron ademanes disimulados al tiempo en que las otras sólo rasparon rendijas de futuros soñados, de despertares iluminados, de magia que no existe, de magos entusiasmados, de, de, de, de...y siempre así. No les importó. Siguieron como si nada de eso fuera a pasar.

jueves, septiembre 5

decime

'No, lo siento. Sería injusto prometerte tanto. Sólo por esta noche 
pero si me conoces sabrás que mis noches son largas'   A. Caicedo.

Verde y desesperada la yema,
en el crepúsculo naciente
de esa, aquella
tu membrana intuitiva

a esas idas y vueltas
con mas vueltas que idas
con las idas vueltas
a eso, aquello
lo tuyo, lo mío, lo nuestro

luego el abrazo y cinturón
cuando paseaba la noche, se hacía de día
los cien barrios porteños
de una cachetada
y del ancla en san telmo,
frío, boquiabierto

si sabrás,
simulábamos los adioses
nos demorábamos
otra vez, se hacía de día

y pasaron tortugas
y pasaron aromas
pasó México, picante
pasó con los relojes que no teníamos

¿serán otra vez las seis?

decime,
no seas tímida
y gracias, en serio