viernes, abril 27

Queda un borrachín amigo, de esos que se ríen entre rayos y tormentas 
siempre a la medianoche y en épocas de calores verdes. 
Porque no se si sabían, verde es color de colores. 
Que en la liberación del acromatismo, será el último color el que devele su esencia. 





miércoles, abril 25

pastel de papas

Hicieron pastel de papas y se sentaron a comerlo aquella noche. Lo devastaron por completo, bocado tras bocado: algunos le pusieron azúcar, otros chiflaron de lo caliente que estaba y ellas sonrieron como lo hacen siempre al encontrar varias porciones con aceitunas adentro; negras y verdes.

No charlaron de nada. Pero se dijeron de todo.

Nicanor le recriminó a su madre haber sido un hijo bastardo. Josué trató en varias ocasiones de dar tregua sin éxito alguno. Clementina, arrogante, se hizo la desinteresada. Miguel aunque pequeño, sabía de la historia oculta entre su padre Jaime y aquella dama de noche. Nidia conocía los pormenores del asunto. Amelia con ceños fruncidos dio cuenta de las pocas cenas que restaban todos juntos en la mesa.

Las galletas de agua como pala industrial sobre el plato. Algunos escondieron su eructo inflando los cachetes. Se levantaron en perfecta sincronía de la mesa. Faltó el postre.

Los entramados familiares y las disputas caseras: no charlaron de nada, pero se dijeron de todo.

El pastel de papas estaba rico.

viernes, abril 20

la casa del manco


Con el cuero forjado de antaño
iba el manco sin torcer espinas
la alforja, un sable y su canto.
Buscaba una historia
con las muchas gotas de revolución,
y a su margarita.
Cuidábanse por entre los campos y el monte
que coronel díganos pa dónde vamos
haga lo que tenga que hacer soldado
busque su libertad,
y el manco ni pisaba las flores siquiera
porque era un pibe humilde, vio?
aunque su carácter reclamaba
algo así como justicia p'al zambo.

Su historia doscientos años guarda
año tras otro siempre sigue igual:
que las rosas colonizan y de acuerdos viles viven en paz
pero escapado, lejos de su propio mar.
Hay historias de exiliados y exiliados de historias
repetían los pibes por luján
pero en la vida del manco,
queda sólo una historia más.

martes, abril 17

remolón

El sueño finalmente había sido como la majada de aquel lugar. Un asombro que se nos presentó con todos sus trajes y sombreros aquella tarde noche. Creo que al principio éramos adolescentes; si; eso podría ser: adolescentes que espontáneamente se posaron en escenario cruel para desatar sus emociones y darle rosca a pasar aquella velada de fin de año divirtiéndose; lanzando risas en llamaradas continuas, expresiones sinceras y abrazos; miles de abrazos amigueros.

El tiempo y su devenir cambian. Nunca dejarán de hacerlo. Aquel nostálgico lugar era de nuestro conocimiento aunque sus pasillos mostraban quietud y soledad. Sólo un cuarto de maderas añejas. Sólo un par desconocidos, ebrios y malhumorados; que no pregonaron nada ni voltearon para mirar. La confusión, lo abrumador y el aburrimiento. Todo leudando a pasos agigantados. Todo en un vestíbulo azul. Laberíntico. Presuntuoso.

Luego un edén y el paisaje que se transforma bruscamente. Más hombres, más mujeres, más encuentros, más miradas, más que sí, más que no; pero siempre más. Algún extraño merodeando, alguna tarta de la abuela. Varios excesos y algunos abandonos.

Docenas de tipos habrán narrado ya sus sueños y nos habrán mentido a ojo abierto.

A ojo dubitativo.
A ojo cerrado.

Así ya no se puede mentir; sólo crear.

Y sonreír, como una jirafa, mostrando los dientes.

domingo, abril 15

la imaginación al cántaro

Y me iba a poner a hablar de los pajaritos verdiazulados que en años bisiestos se posan junto al cántaro pantanoso y entonan melodías de otras tierras. Aquellas tierras que transitan durante los otros momentos del año. Yo te juro que lo hacen… no por haberlos vistos, claro, pero lo sé, a secas. Volando han conocido latitudes asombrosas; y otras bandadas malhechoras que intimaron contra su despliegue frondoso y descontracturado.

Me iba a poner a hablar de la relación entre el otoño y la poesía; de cómo caen las hojas de las ramas en donde aquellos pajaritos veridazulados se habían posado años atrás, y que nunca vieron caer. Del agua en la pava humeante y de los pies con medias a pura trama de lana y algodón.

Pero que te voy a decir a vos, che… Si ando tan escaso de imaginación que no me alcanza ni para la paja de la madrugada… Habrá que volar alto, derribar muros y esquivar piedras. Habrá que situarse en el exactísimo punto en el que, bajo el cálido confort de un mullido almohadoncito en la mecedora; se pueda ver por la ventana, de refilón, a aquellos pájaros serafines verdiazulados, posándose en años bisiestos junto al cántaro pantanoso y entonando melodías de otras tierras...

jueves, abril 12

corolario de aquello que fue y no fue

Uno entona estrofas
y desentona afinando
a más no poder
a poder mas decir
(a veces)
que la carne se pone gélida
ante los embates del amor

Y siente uno
y al sentir escucha
como gotas cayendo sobre un tinglado
rabiosas
aquel compás menguante
que se aleja

¡son rabietas! ¡son rabietas!
bien coquetas ¡las rabietas!

Ayer lo teníamos al río
ahora tenemos humedad
y la tenemos toda
y nos salieron escamas
fuertes como ella
que se fue una tarde soleada

Un deseo bochornoso
y fichas de otra historia
que caen
pum pam pim
mientras el cielo relincha
bondadoso

Los empates y los descensos bruscos
son irreversibles, desahuciados
llenos de rabietas
como aquel adiós

miércoles, abril 11

un martes de sol

El día que el diablo conoció la Argentina
no se inmuto el cielo, tampoco llovió,
pero que unos cuantos temblaron desde adentro
¡uf...mamita querida!
Eso sí fue fulero.
Fue un martes temprano por la mañana
las velas que andaban ya por el suelo
y el diablo sólo se agachó a recogerlas...
por si las dudas.
Aunque nadie lo vio,
dicen que nunca más anduvo por estos pagos,
que algo lo ahuyentó.
Dicen tantas cosas...

jueves, abril 5

cul

La gente cool del bafici fue la gente cool del estadio con banda gringa de ayer, y es la gente cool del starbucks de hoy. Será la gente cool de algún robot mañana, o de una célula. Todo se mezcla repentinamente en el serpenteante fraguar de aquellos que están, aquellos que fueron quedando, y aquellos que guardaron silencio. Un silencio tosco, repentino y amarillo. El canillita pliega su sonrisa como una servilleta. Las paredes del pasado fueron frontera de todas las aventuras y tristeza de ladrillos pulidos por el tiempo. La sucia bandera proletaria es bellísima flameando, fresca como corazón de arroyo. Hoy los que ya no creen en nada y los que esperan todo. ¡Tener un corazón ligero! Pienso, mentras el abasto se transforma una mañana de otoño.