domingo, octubre 26

calores combinados

Oihailá ourisisé combaiá

Fríen pescado las merenderas
por las calles de Marrakech.
El olor envuelve como lo hacen los colores de las ciudades que encuentran serenidad en pocos momentos del día.

Oihailá ourisisé combaiá

Siempre listo el té es té listo y verde
apacible como piel de camello
dromedarios por aquí
otros tantos de aquí en más
corren corderos del desierto con sonrisa desvergonzada de niño marroquí.

Ougha sahiéfela thieourha fisseau

Crecen el recelo y la ofensa junto al olor a pescado
y en el mercado se brotan todos si no comprás.
La Señora frie con sus dientes de marfil oxidados,
canturrea contenta
nunca deja de sonreír.
Los chicos corren riendo de un extraño que baila ritmos desconocidos Mohammed!
Vení por favor
sírvale té.
Mohammed reir

miércoles, julio 23

festejos

Mientras ella caía a carcajadas en la pileta bailando al ritmo de la frescura navideña de esa noche imposible de olvidar, alguien miraba con orgullo y consistente sonrisa los brillos de la velada; ¡tenía una curda la gorda!

lunes, junio 30

Un verdadero hijo del viento

«Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocamos en otro patio 

o Bien decía yo que te gustaría la canaleta 
o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena 
o Ya veras cómo el sótano se bifurca. 
A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.» J.L.Borges


Un gato gris. Apareció maullando en la intermitencia de la noche oscura de una callejuela del bajo. En su mirada guardaba el recuerdo de tempestades y de días calmos. Al abrirse paso con astucia entre las piernas que por ahí cruzaban, dirigió su ensayada intención hacia mí, que pasaba sin prever lo que estaría por ocurrir.
Como tantas madrugadas de aquellas que volvía, distraído y con alguna copa de más, el olor de las batallas en el cuerpo hacían del camino una nube densa protegiéndome del frío. No así me resguardaba de todo. Diez metros bastan a veces para eternizar el movimiento del universo en un solo segundo. Los vientos que tornearon la valentía de Odiseo lo atestiguan empecinados como roca de manantial. No dudaron en propalar con la mayor de las crudezas el destino que Eolo habría dispuesto para ellos.
Dicen los que conocieron la humillación que no hay peor enemigo que el viento cuando es obstinado. Arrastrarlo hasta lo más hondo no fue lo peor que pudo haber hecho, sino proponérselo.
El gato gris era hijo del viento. Habría andado a sus anchas por los diez continentes de no ser porque su espíritu estaba conminado a proferir su conjuro al más pecador.
Un gato gris como la noche tibia y modesta, gris sin ganas de ser negro. Porque los gatos negros tienen mala fama, pero los grises son peores, ¿te das cuenta? Su mirada está cargada de misión. Porque los gatos grises (esto pocos lo saben) son los enviados de la noche cuando se hace necesario transmitir la fatalidad, cuando los mensajes son secretos y privados de respuestas apresuradas, cuando la lluvia preanuncia el diluvio o cuando el calor anda terminando de desdibujar las marcas transmitidas de generaciones pasadas.
Un gato gris son reminiscencias, son presagios y signos desparramados por doquier. Los aullidos lejanos recuerdan cada paso, recién ahora recuerdo fueron diez los pasos que faltaron para dar por finalizado el día, de esos que ni fu ni fa. Ahí me lo encontré. A primera vista era un gato enamorado, un gato perdido, un gato vagabundo, de esos que conocen la ciudad más que las prostitutas o los tacheros. Me hizo estremecer, y con la sensación vino aparejada la culpa y la superstición por dejar abandonado en la entrada del hotel al gato gris sentado en su postura de gato paciente demandando amor.

Mi desconsideración llegó a tal punto que de entre todos los bártulos que había sobre el aparador de mi habitación, cualquier botella habría servido al fin de dejarle a mano un poco de agua para pasar el rato. Así fue que salí con la mejor de las intenciones, y con la media botella, a servirle de cortesía el agua que supuse me pidió. Una vez sorteado el puesto siempre vigil del conserje vi, yo desde adentro, la sombra del gato gris estacionado en su estudiada forma. Una vez afuera, airoso y condescendiente en mi gesto, tamaña fue mi sorpresa al descubrir que no había gato gris ni rastros, ni vestigios de su huída precipitada. Maldiciendo reutilicé durmiendo el desperdicio de tiempo que quedó en la noche teñida de desconfianza. Tras la confusión, no era poco esperable que entre mis sueños apareciera el gato gris, al pie de la escalera, bajo el marco de la puerta del baño, o quieto en la ventana mirando mudo con el verde profundo de su seño. Pero no. No se me apareció ni aquí ni allá, ni tampoco escuché lo diabólico de su maullido. Nunca más. Sólo desperté sabiendo muy poco de lo ocurrido anoche, mientras atinaba a abrirme paso entre las piernas que por ahí cruzaban y así comenzar con mi largo deambular por la noche nunca más tibia y para siempre gris.

sábado, junio 7

Sr. Gruñón

Sr. Gruñón, desde la mayor de las inocencias le pregunto antes que nada ¿cuál sería el inconveniente al que se adosa el modo homónimo con el que usted ha de llamarse? Ya que de empezar a desparramar los detalles de su descargo no le encuentro más andanza que una gran bola de espejos en la cual se va multiplicando su figura en distintas caricaturas a las que tilda, a todas, de gruñón; además de tildarse y quedar perplejo frente al encuentro de ese rasgo que desgrana frente a toda la platea y la popular. Siguiendo la sinceridad de su recorrido lo invito a pensar en las mil maneras en que usted se animaría a intentar el anhelado cambio de tonalidad y luego preguntarle: ¿por qué quisiera cambiar?
Si bien uno se arma el protagónico de su opereta, y a veces queda a un costado como un árbol o un mayordomo berreta, la ficción –propia- que se crea alrededor de las palmas posteriores a la actuación, justo cuando caen las máscaras, los maquillajes, cuando el peso del terciopelo pone un punto a esa ficción, inmediatamente ahí empieza la otra. Hasta quizá más teatral todavía. Pero no es el caso, o sí. Sucede mi amigo que también me cuelgo por las ramas, y hasta se dice que disparo pal lado de los tomates, pero son cosas que se dicen, como se dice usted gruñón, y como se siente que el tema le late y le late. Como también se dice y se muestra y se demuestra enroscado e inculpado de cosas las cuales no puede manejar. Porque lo exceden, porque en los momentos en que las gateras se abren, uno queda solo con su pingo remilgón bufando por empezar a correr la coneja como un campeón. No es metáfora, pregúntele a Gardel si no. Pero es justo ese momento, aquella ráfaga de centésimas cayendo una encima de la otra, el que hace que uno se sincere con su soledad y haga de las mil maravillas creando un enigma que resuelva otro enigma, o tan sólo desviando el foco de la atención a lo que verdaderamente importa. Interróguese bien interrogado, no tanto el qué, no tanto subrogado. Que la ficción se parte justo en el lugar menos pensado.

Sr. Gruñón, yo le pregunto porque soy preguntón, que si en ese modo usted se reconoce ¿cuál hay?;



Atte. Sr. Gruñón

miércoles, mayo 14

f r a g m e n t o s

Misterios de un día perdido en el tiempo
mañanas que buscan su identidad,
tu cuerpo asomando en la dulce espera
la vida que sigue su ruta habitual,
y esta noche despierto reviviendo el amor
entre sombras cansadas se escondió una ilusión.
El mundo naufraga en un gran velero
que rema en la historia de tu corazón,
no hay más melodías que venzan al fuego
al fuego sagrado que está junto al sol.
Solamente el presente calmará ese dolor.
Y una simple palabra hoy será una flor.
Mensajes de un día perdido en el tiempo
razones guardadas en la oscuridad,
rompemos cadenas y abrimos el cerco
seguimos buscando la luz natural.


Lamentos de invierno, recuerdos de otoño
miradas que surgen de un tiempo virtual,
en cualquier momento un día cualquiera
la noche que llega se viste y se va.
En lista de espera un viaje soñado
costumbres perdidas de andar por andar,
recorro el paisaje de tantas estrellas
hay calles vacías que se hacen notar.
Espejos del alma, palabras cruzadas
renacen los miedos del último round,
un cuento que cuenta las mil aventuras
donde pasa el tiempo y podemos contar.
Los viejos instintos que están en mi piel
hoy siguen buscando días de placer,
tal vez el futuro despeje las dudas
que aún mantenemos en la intimidad
en cualquier momento, un día cualquiera
la noche que llega se viste y se va.

sábado, abril 26

¡oh, forma...la forma!

Nombre del hombro en el hombre que nombró con hambre el umbral de la lumbre de alambre. Matambre estambre calambre de hembra en Colombres al pelambre del timbre entre escombros de machimbre. Es Gombro!! Es Gombro! Hasta de su sombra, se asombró de la siembra en septiembre; lo maravilloso de una parejita adolescentona que no encuentra dónde jugar a que son grandes; mucho menos a jugar que son más niños. Ni pensarlo. Las manos inquietas no se entienden, pero te pensás que les importa, hasta que un ente irreverente y mocoso descalzo interrumpe de una huída el grito ya cansado y sin voz de su madre cansada y a los gritos, y el límite bien gracias. Ese pibe hace lo que quiere, mientras sigo nadando en lo más negro de mi café...

jueves, marzo 20

encendió

Pudiendo contener juntos diez hicieron lo posible por no evitar que se desparramen en órbita como la chispa del carbón y la madera crujiendo ansiosa aguardando el instante de su lumbre.
¡Cómo son las excusas! Ninguna tan buena como un madrugón de esos que sólo piensa en el sueño como algo forzado, te acribilla desprevenido después de haber muerto una y otra vez, regresando en bocanadas risueñas.

lunes, marzo 3

sopresas

Gritó, y se escuchó en todos lados
volvió a rugir,
y ya las sombras se habrían apagado.
Desparejo, descendió por el camino de alerces buscando consuelo de anhelos pardos
desconsolado, hallóse derecho
perdido, en bajada
pensando en cipreses.
Endereza el camino
inseparables como la alegría y la tristeza
no hay quien sostenga
la mejor simpleza
es andante.

martes, febrero 11

Antes de salir, como siempre, me miro en el espejo acomodando mi camisa mientras ese otro señor (fachero si los hay), que no es otro que mi reflejo, me imita casi a la perfección y prácticamente al mismo tiempo (aunque he notado algunas fallas y equivocaciones en su imitar, algunos días mas cansadores que otros, imagino yo siempre, pensando que el momento en que me alejo del espejo y lo veo a él también alejarse del marco de madera que nos separa, él tiene en ese mundo inaccesible para mí (por ahora), una vida llena de actividades... pero sin embargo, cuando es requerido para su trabajo como similar a mi persona, siempre está éste, aunque en mi mente esté la fantasía de un día encontrarme que no llegó a tiempo, esperarlo y cuando aparezca, uno o dos segundos después, mirarnos el uno al otro a los ojos y sonreírnos, sin decirnos nada, pero con una complicidad que diga todo...
Sin irme mucho por las ramas, me acomodo la camisa, me despido momentáneamente del antes mencionado y salgo hacia la calle. En cuanto cruzo la puerta de acceso al exterior de mi vivienda, lo noto... ya lo había notado mucho antes, al despertarme, pero lo atribuí a esas sensaciones diferentes entre el sueño y el despertar... pero ahí estaba esa sensación... ese aroma... ese olor... qué olor a moco que hay en la ciudad... no?

MaxMederus

lunes, febrero 10

segundos afuera

Estoy peleando contra un calamar gigante
en los mares de la avenida corrientes
Pesqué calamar
Luché calamar
Perdí honra
Sobreviví calamar.
Hice en la palestra
derroche de técnica.
Calamar ganó
porque usó el corazón.
Llenó de tinta calamar,
como el blanco del ojo calamar
                                             hojas en blanco
mirando mudo, desorbitado
fuera de su mar, calamar
teñido en lilas de ocasos
sin el yodo de su lugar.
Mirada perdida, calamar
                       y la alegría, siempre a la orden del día calamar
de terminar tu jornada
Contento
Consagrado
dispuesto darte un chapuzón de los bravos
Cuando a tu turno llegue la hora
De cumplir con tu misión
De compartir con los muchachos
el momento crucial de tu vida
                                      de bañarte en la freidora


jueves, enero 2

espejos

El fuego de la soledad
hoy quema tu memoria
mi espíritu de libertad
refleja horas de gloria.


Sensaciones de un día trasnochado
oraciones que lucen desgastadas.
Mañanas que vas a encarar
abriendo tu ventana,
silencios que van a llegar
para encender la llama,
las palabras se pierden en el tiempo
y los sueños parecen ya despiertos.


Vivencias que siempre estarán
perdiendo la distancia,
tal vez hoy vayas a buscar
una nueva esperanza,
por las noches se cruzan pensamientos
y la luna descansa en tu espalda.



El sol y la lluvia viajando en primera
rompiendo la imagen de la eternidad,
presencias y ausencias que aún nos rodean
demuestran que el viento no puede parar.
Errores y aciertos buscando ser socios
para que algún día puedas ser feliz,
y al final de los sueños
siempre habrá una ilusión,
y la luz que se asoma
brillará como el sol.
La noche y el día disputan la vida
juntando secretos para confesar
preguntas y respuestas de un mundo alocado
parecen rendirse ante la realidad,
con claros y oscuros la suerte está echada
el frío de julio, en octubre el calor,
y hoy estoy caminando
entre la multitud,
mientras tanto este día
va llegando a su fin.

por Jorge Garbin