martes, abril 17

remolón

El sueño finalmente había sido como la majada de aquel lugar. Un asombro que se nos presentó con todos sus trajes y sombreros aquella tarde noche. Creo que al principio éramos adolescentes; si; eso podría ser: adolescentes que espontáneamente se posaron en escenario cruel para desatar sus emociones y darle rosca a pasar aquella velada de fin de año divirtiéndose; lanzando risas en llamaradas continuas, expresiones sinceras y abrazos; miles de abrazos amigueros.

El tiempo y su devenir cambian. Nunca dejarán de hacerlo. Aquel nostálgico lugar era de nuestro conocimiento aunque sus pasillos mostraban quietud y soledad. Sólo un cuarto de maderas añejas. Sólo un par desconocidos, ebrios y malhumorados; que no pregonaron nada ni voltearon para mirar. La confusión, lo abrumador y el aburrimiento. Todo leudando a pasos agigantados. Todo en un vestíbulo azul. Laberíntico. Presuntuoso.

Luego un edén y el paisaje que se transforma bruscamente. Más hombres, más mujeres, más encuentros, más miradas, más que sí, más que no; pero siempre más. Algún extraño merodeando, alguna tarta de la abuela. Varios excesos y algunos abandonos.

Docenas de tipos habrán narrado ya sus sueños y nos habrán mentido a ojo abierto.

A ojo dubitativo.
A ojo cerrado.

Así ya no se puede mentir; sólo crear.

Y sonreír, como una jirafa, mostrando los dientes.

1 comentario:

No te guardes tus ocurrencias!