domingo, abril 15

la imaginación al cántaro

Y me iba a poner a hablar de los pajaritos verdiazulados que en años bisiestos se posan junto al cántaro pantanoso y entonan melodías de otras tierras. Aquellas tierras que transitan durante los otros momentos del año. Yo te juro que lo hacen… no por haberlos vistos, claro, pero lo sé, a secas. Volando han conocido latitudes asombrosas; y otras bandadas malhechoras que intimaron contra su despliegue frondoso y descontracturado.

Me iba a poner a hablar de la relación entre el otoño y la poesía; de cómo caen las hojas de las ramas en donde aquellos pajaritos veridazulados se habían posado años atrás, y que nunca vieron caer. Del agua en la pava humeante y de los pies con medias a pura trama de lana y algodón.

Pero que te voy a decir a vos, che… Si ando tan escaso de imaginación que no me alcanza ni para la paja de la madrugada… Habrá que volar alto, derribar muros y esquivar piedras. Habrá que situarse en el exactísimo punto en el que, bajo el cálido confort de un mullido almohadoncito en la mecedora; se pueda ver por la ventana, de refilón, a aquellos pájaros serafines verdiazulados, posándose en años bisiestos junto al cántaro pantanoso y entonando melodías de otras tierras...

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