viernes, noviembre 23

golpes de maldad


¡De malo era el flaco Ferrovianti! Que pa qué te voy a contar. Era parco y encima tenía unos modales pésimos, junto a su malhumor de siempre y sus peores entrecruces con todos nosotros. Lo frecuentábamos en su cotidiana caminata, casi litúrgica. Sagrado peregrinaje que acompañábamos hacia los más desaguisados rincones de la ciudad bajo crueles consignas, tristes algunas, y muy pero muy violentas las otras; así y todo estoy seguro que ninguno de nosotros se lo puso a pensar jamás, pero me parece que se nos iba un poco la mano, uno atrás del otro lanzando improperios de esos que hieren, siempre esperando  respuesta y una defensa agresiva, obvio, ante la humillación que debería sentir todos los días al salir de su casa. Pero siempre esperábamos, y siempre nos quedamos esperando... Creo que no haría falta seguir en detalle la mortificación sistemática a la que exponíamos al flaco. De familia laburadora, decía mi vieja cada vez que se enteraba de un nuevo ataque, con gesto de madre aleccionadora, aunque nunca entendí el porqué de su sentencia. El flaco se terminó mudando, y con eso acabaron los agravios, mas no creo que haya pasado la humillación que sintió…pobre flaco..

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No te guardes tus ocurrencias!