jueves, abril 11

máscaras

Y uno ve que las cosas son como están mientras andan ahí flotando delante de nuestras narices que quieren olerlas, respirarlas profundamente como los suspiros tras los llantos. Están despiadadas las cosas, son en la trinchera agazapadas, carne de cañón para ocasión cualquiera.

Y uno hace que las cosas sean y se hagan teniendo esa suerte o desgracia por cualidad que las define.

Últimamente hago constante, reiterado hago y desaparezco siendo. Truhán quien le puso veinticuatro horas al día, veinticuatro bloques que contienen todas las sonrisas llantos rebusques y embates de lo cotidiano.

Lo vivido lo viví; registrando aquellos momentos a través de ojos fotosensibles, despojándome en cada uno de ellos. La máscara es la nariz payasesca, con ella soy funambulista. La máscara son todas aquellas máscaras impresas por todos aquellos que nos vieron crecer. La máscara de esas narices es la más fiel de las búsquedas.

Reiterado hago que digo mil veces que aprender y enseñar, que enseñar y aprender. El acto debe ser ciertamente tan voraz que ni el más genuino de los feligreses pueda si quiera dudar en un pestaneo. El público calla y explota, de risa, de susto, de tristeza, de ternura, el público percibe si el acto es en uno como uno es en el acto. Esa pizca de sal entre ser impulsivo, y ser impulso. Y es maravilloso.

Entonces cuando uno es sin mención, sin gloria ni aplauso. Cuando uno está siendo en las sombras es cuando más se debe ser, repetitivo, persistente, hinchapelotas. Y brindarse a la fábula de lo grotesco.

Que si me pagaran por persistir en la búsqueda, ya los estaría invitando otra ronda.

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