sábado, junio 22

Tres de descuento

Se armó así. Sin saber por qué, ni cómo ni dónde, ni lo que en algún lugar todavía quedara para hurgar de una vida, por ahí, y que sea como si nada hubiera ocurrido y como si todo hubiera, por fin, pasado. Lo sentí como hubiese sentido un golpe propio, como si algo de todo eso hubiese estado desde el vamos en la historia que aún se sigue contando los días en que el silencio hace arrullo un pensar, obligando a los cuatro ojos que no ven sino puntos fijos en la pared, o algún retrato donde seguramente podría haber salido mejor;  se arma así la historia que se cuentan los contadores de historias cuando cuentan cuanta historia se les viene al marulo, como cuencas de un adusto ábaco olvidado en un cajón. Tanto barullo que hasta los más ensoñados se prenden de una oreja al relato mientras desconfían de la poca veracidad de los hechos. Tan poca pero tan fuerte como la ilusión que no se rompe de un perro yendo a buscar su hueso al fondo del patio, tanto o más olvidado que el ábaco en el fondo del cajón.
Y lo que importan son aquéllos, que quedan olvidados tras un puñado de personajes disímiles, cargando las cruces de los arrepentimientos del autor; o hasta quizás de sus glorias, y sus tristes recuerdos que por propia y ajena y sensata salud almidonó hasta hacerla cantar las coplas de otros encuentros, descalabrados, descomprimidos, haciendo sus propios desperfectos hasta lograr contar que sólo fue una historia más.
Se agranda el anecdotario cada vez que se ensancha el río, hasta caer de culo, tentado en el suelo como un preescolar cargando de sueños y de libre albedrío a sus sueños que sólo son su realidad. Pero jamás pensando en que su historia se armará con eso y esto y aquello, sino que sabe a ciencia cierta, que no será por demás un poco más aburrido de lo que se imagina.

poco le importa

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