martes, marzo 19

Mediste en el blanco



A lo lejos un tambor resonando, atraía su recuerdo de un momento a otro
para irse al siguiente
para volver a irse en el próximo;
y la tristeza de un otoño acuariano jugando a ser de mármol
frío aunque estival.
Huelgan las sobras
sucumben al encanto
de una historia de bueyes perdidos de tranco largo
al costado de las tolvas que llenaron a raudales su amor.

Aplaude, ríe, canta, baila, 
y no grita, por otra ronda especial.

Cae un copo de nieve
se hace un mar de rumores la playa del ilusionista ruborizado en distantes intenciones 
unidos en un mismo carretel, 
contemplo su astucia al develar semejante enigma
el de una rosa convertida en perfume de clavel,
no por azar,
recordaba al de una noche.
Enamorados al pasar por el riel de sus silencios
sólo se hicieron oropel 
y pasa,
siempre pasa 


Como pescar camarones en el aire 


Sólo palabras jugando a encontrarse.
Toman posesión, cautelosas, y se esconden en puñados de arena.
Sólo notas de color que entretienen la punta de la lengua desmemoriada
cansada de olvidar
y se divierte
sin pensar que es una lengua socarrona que sólo guarda en su carne memoria de lengua filosa,
filo de lengua carnosa
se divierte malabareando las letras de una tristeza que se va callando;
letra horadada de barro;
letra esperando su turno.

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