martes, octubre 11

estrategia

Todo lo que queda en el plano del hacer siempre está por. No fue fácil convencerla de la incomodidad que le profería su tapado verde petróleo. Tampoco se hizo difícil rechazar la oferta del sillón y, sobre capitoné, ensillarse un copón de vino que horrorizaría a un beduino. Yo más cauto, pero el vino es rico. Nos convocaba la lectura de unas letras perdidas que recordaban otros besos, y entre ellos una foto. Recién nos conocíamos cuando sin quererlo nos conocimos por demás. El sillón fue siempre su debilidad, y como tal, el secreto de mi arma certera. Había funcionado aquella vez y hoy no podía fallar. Tan sólo una táctica, básica pero efectiva. En el plano de la estrategia me desplazaba, aguardaba paciente el contragolpe. Aunque su tiempo no era el mío, los dos sabíamos hasta dónde. En esos momentos, dos o tres por noche sólo algunos contingentes, se genera la incertidumbre propia del encuentro. Quedar más allá, la panacea del creador, la caída imprevista, el remonte sobre la hora, la deforestación y la risa. Todo en una muestra cálida de un constante bamboleo de la palabra y sus insinuaciones. Él te quiere llevar al catre, es así. Ella te la va a hacer dura… literalmente. Y en esa dinámica se manejan. Hasta que uno trastabilla y deja caer algo más. La escena se arma, segundos afuera un nuevo round comienza y se dispone todo al nocaut.

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