martes, octubre 4

Un rincón de la ciudad donde las hojas caen y rebotan antes de perecer, recuerdan otro tiempo ya caduco, de otoño. Barrio de malevos aquél, que todavía levanta tierra al andar, en nada se parece al que esta historia vio.

Allá, en la otra punta donde todo es verano luego de florecer, pasa ella sus días más cerca del río, despertando en burbujitas varios amoríos que se pierden.

Hace unos años hubo un amor que floreció en invierno por los barrios del bajo Buenos Aires. Cansada Campanula de pelandrunes sin entusiasmo, salió a buscar, una tarde que le recordaba a sí misma, a sí misma. Tenía su cita en aquella galería de Florida y Corrientes, aunque ella lo ignorara. En Rivadavia al 400 salió de su casa. Un bonito edificio tipo chorizo que, según se cree, hoy ya no está.

Laureano allá por Liniers, un par de escritos y fotografías fueron su mañana. Ni se imaginaba el resto de su tarde cuál sería.

Cuentan también que al cruzarse en la galería los descubrieron, pero hasta cuando los encontraron, quizá, ya se habían enamorado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No te guardes tus ocurrencias!