martes, enero 24

otra estrategia: la inteleloide

Fue por una luna de noche amiga en que la huída a ese bodegón de esperanzas siempre nuevas nos convidó su espera. No hay encuentro más ansioso que aquel en el que está todo dispuesto para el enfrentamiento cara a cara y decir cada uno su verdad. Aunque más no sea la del momento. En fin, salimos. Salteamos animosamente los más triviales preámbulos, ojo que fueron interesantes, lo que obligó a mantener cierto hilo en la conversación. Las bases de la filosofía indochina, evidentemente no son mi fuerte, ni tampoco había oído antes de eso; la densidad rocosa de la luna y mi cabeza contaba para atrás hasta 100. -¿De qué me hablás? Hagamos una cosa, yo vine acá a robarte un beso, de esos que siempre piden revancha, y casi nunca desempate -… y me atenía a contestar si el punto y la existencia marcan tendencia en la pintura hipra-relevista. Subía el picante mientras mi cuerpo experimentaba alteraciones físico-químicas de lo más extrañas. Tan iluso de alivianarlo que metía cerveza como agua, respuesta por no actuar, y sin pensar. -¿Qué te gusta más, el arte moderno o el neo-clásico?...¿Te estoy aburriendo, no?- Entre tierna y vergonzosa su sentencia despertó mi letargo, y tras sonrisa de esas que usás para robarte una ciruela de huerta ajena acoté: ¿Vamos a otro lado?

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