viernes, noviembre 4

rachas

Andábamos afilados: ni la crucifixión hubiera podido sacarnos de esa alegría constante, pilla como nunca antes y disparatada. Estabamos viendo de salir a vender empanadas y birras con un amigo. En eso apareció el Señor Chajucito y le dimos la bienvenida a todo el balbuceo – averiguando precios – dijimos. Chajucito afiló su garganta tapada de puchos – ¿a dónde quieren vender empanadas? – Arremetimos, claro -Conseguimos un proovedor, a dos mangos la tenemos hecha. Y calentita en las inmediaciones de recitales. Un silencio de momento se propagó en el cuartucho apoderándose de la situación. Seguimos – de algunos seleccionados previamente – Chajucito plantó tacón y sacó chapa,

- No, ni idea de este tipo de proovedor. ¡Yo busco materia prima, papá!

- Yo busco a mi prima cuando quedo de garpe....

- Y bue...

Chajucito se despidió amablemente. Nosotros que seguíamos afilados, conquistamos al mundo como Napoleón mil veces esa tarde entre alguna que otra charla perdida de primas cariñosas y gauchitas. Al otro día, había que agarrar la chata e ir a buscar las provisiones para el concierto del fin de semana siguiente, que había feriado y prometía bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No te guardes tus ocurrencias!