jueves, junio 21

Jean Albert


Entre las cosas que le tocó vivir, las hazañas que no pudo contar, y los encuentros que debió postergar nuestro queridísimo amigo Jean Albert Digurriefermont, se encuentra el golpe máximo que tuvo que dar para justificar toda la serie de hechos honrosos que lo llevaron a ser quien es. Jean Albert no obtuvo premios por méritos académicos; tampoco concursó para cargos estatales, y mucho menos fue acreedor del premio de la lotería provincial. Jean Albert, el Conde, para quienes de su respeto hacían estandarte, moraba su castillo con orgullo noble y con mejor corazón. No tenía cortesanos, tampoco grandes caballerizas, pero el Conde no dudaba un quintal de su condición y estirpe. Clásico en sus modales, refinado en su dicción de amplias e incisivas respuestas, lo hacían en su hidalguía, para con el resto, caballero y señor. 
Entre nosotros nunca lo vimos con nadie. Y sí, es lo que nos interesaba. ¿Qué será de Jean Albert? No tiene hijos, o por lo menos es lo que nos hace siempre saber; nunca se casó, no tiene parientes cerca, ni piensa viajar próximamente a ningún lado. Aunque en todas las charlas que tuvimos la suerte de tener con él, comentaba en la mismidad de su tono gallardo que él había conocido el amor y que no necesitaba volver a conocerlo, y no fue sino después de su primera muerte que nos enteramos el porqué.

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