miércoles, agosto 15

Ladrón de ocasión


Todo crimen da inicio con aquella contingencia que lo insita. Podría decirse, pero no. Todo buen crimen, y no escatimo en pronuciarlo asesinato, se debe valer justamente por lo que a otro eso le vale.
La ocasión no hace al robón, como se cree, o como dicen creer. 
No es el caso.
Las llaves colgando del lado de afuera de la puerta invitaban a cualquier alma, a cualquiera, a no desaprovechar la gran chance presentada. Grande para unos pocos, sólo ocasión para otros tantos. ¿Qué hay cruzando la puerta? Caserón con patio y helechos, y una viuda indefensa que nadie reclamaría después, ni siquiera los diarios. No sería más que entrar, asustarla un poco, hacer unos pesos y salir a reventarlos. Ojo, que también habría que hacerlo con cautela y no dejando nudos desatados. Todos estos datos los tengo justamente porque soy del barrio, y un paso en falso no haría más que catapultarme a un tour guiado por los calabozos. No era lo que quería. Si al fin y al cabo, soy inocente. Mucho más ahora. ¿Y si la vieja se defendía? No vaya a ser cosa que tenga que rematarla de un hachazo, pensé. No, la situación era fácil. Entrar, engatuzarla con mi interés  y cuando se distrajera, pumba, unos pesos, unas joyas, y afuera. Mientras tanto, la decisión era la más centrada. ¡Vengan llaves! no vaya a ser cosa que algún delincuente de poca monta las viera también y se abalanzara sobre mi objetivo. Es por su bien, señora, me dije por lo bajo, y las llaves estaban ya en mi poder. Otra opción era esperar a que no haya nadie en la casa, pero entre nosotros, a cuántos lados podría llegar a moverse por su cuenta. Si se iba a algún lado es porque no estaba sola, y si no estaba sola iba a hacerse todo más difícil. Ay, cómo no lo pensé antes. Vamos a hacer las cosas bien. Estoy planeando un crimen, carajo. ¡No, cómo va a ser un crimen?! Sólo quiero aprovechar el cómo de las circunstancias y salir beneficiado con algo. Si sólo me correspondiera...es que me corresponde. Yo pasé por ahí, en ese momento. Punto y aparte. No hay más qué hablar. Esperaré que se vaya a dormir, entro, busco algo, aunque sea algo de valor, le dejo las llaves y me rajo. Encima que le devuelvo las llaves ¡qué más quiere!

2 comentarios:

  1. Pero matala de un hachazo, culeao!

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  2. "...quedósele mirando unos segundos con la cara lívida y contraída de cólera; después dio media vuelta, se fue, y sin duda que sería raro encontrar quién llevase en su corazón tanto odio sañudo como el de aquel hombre..."

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