Todo crimen da inicio con aquella contingencia que lo insita.
Podría decirse, pero no. Todo buen crimen, y no escatimo en pronuciarlo
asesinato, se debe valer justamente por lo que a otro eso le vale.
La ocasión no hace al robón, como se cree, o como dicen creer.
No
es el caso.
Las llaves colgando del lado de afuera de la puerta invitaban a cualquier
alma, a cualquiera, a no desaprovechar la gran chance presentada. Grande para
unos pocos, sólo ocasión para otros tantos. ¿Qué hay cruzando la puerta?
Caserón con patio y helechos, y una viuda indefensa que nadie reclamaría
después, ni siquiera los diarios. No sería más que entrar, asustarla un poco,
hacer unos pesos y salir a reventarlos. Ojo, que también habría que hacerlo con
cautela y no dejando nudos desatados. Todos estos datos los tengo justamente
porque soy del barrio, y un paso en falso no haría más que catapultarme a un
tour guiado por los calabozos. No era lo que quería. Si al fin y al cabo, soy
inocente. Mucho más ahora. ¿Y si la vieja se defendía? No vaya a ser cosa que
tenga que rematarla de un hachazo, pensé. No, la situación era fácil. Entrar,
engatuzarla con mi interés y cuando se
distrajera, pumba, unos pesos, unas joyas, y afuera. Mientras tanto, la
decisión era la más centrada. ¡Vengan llaves! no vaya a ser cosa que algún
delincuente de poca monta las viera también y se abalanzara sobre mi objetivo.
Es por su bien, señora, me dije por lo bajo, y las llaves estaban ya en mi
poder. Otra opción era esperar a que no haya nadie en la casa, pero entre
nosotros, a cuántos lados podría llegar a moverse por su cuenta. Si se iba a
algún lado es porque no estaba sola, y si no estaba sola iba a hacerse todo más
difícil. Ay, cómo no lo pensé antes. Vamos a hacer las cosas bien. Estoy
planeando un crimen, carajo. ¡No, cómo va a ser un crimen?! Sólo quiero
aprovechar el cómo de las circunstancias y salir beneficiado con algo. Si sólo
me correspondiera...es que me corresponde. Yo pasé por ahí, en ese momento.
Punto y aparte. No hay más qué hablar. Esperaré que se vaya a dormir, entro,
busco algo, aunque sea algo de valor, le dejo las llaves y me rajo. Encima que
le devuelvo las llaves ¡qué más quiere!
Pero matala de un hachazo, culeao!
ResponderEliminar"...quedósele mirando unos segundos con la cara lívida y contraída de cólera; después dio media vuelta, se fue, y sin duda que sería raro encontrar quién llevase en su corazón tanto odio sañudo como el de aquel hombre..."
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