martes, julio 24

lamort


Se sabe lo que hay después de la muerte, lo que hay antes también. El momento aparece, desaparece, se entremezcla, sube, ríe, hace las más maravillosas cosas haciéndose instante de ese momento.
El segundo inmediato del después, el segundo previo, las millonésimas de segundo del acelerado instante, los micrones de algo parecido al tiempo quedan guardados...no así el instante. 
Será como un fotograma que al partirse deja en su lugar un agujerito, chiquito como el de una aguja, punsante y gracioso también.
Fue una pequeña muerte, y podría relatarse como un momento en el que todo se oscurece, del que nada puede decirse. Algunos lo creerán de mal augurio, vaticinando el viaje al más allá, al masacá, al mequetré o donde sea; otros sencillamente se animarán a disfrutarlo. Aunque pueda hacerse un recorrido con el más riguroso raconto de cada uno de los detalles previos y posteriores que perfilaron ahí el encuentro, ninguno de ellos sirve después, si al fin y al cabo tampoco ha tenido nadie el valor suficiente para luego confesar hasta el último de los secretos del instante.
Nada se sabe entonces de lo que ocurre en ese cuadro, nadie salvo ellos dos.
Aunque forzosamente, después se lo olvidan..

3 comentarios:

  1. Dicho así, parece necesario olvidar. Es el buen olvido, el que permite morir una y otra y otra...

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    1. como pequeñas muertes tratándose de recordar a sí mismas, una y otra y otra vez..
      y uno juega a que lo encuentra
      y qué lindo es

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