...y me reí, sé que me reí. O por lo menos es lo que atiné a contestar.
Tampoco podría afirmar a ciencia cierta, ni es que importe tampoco,
o sí,
la cosa es que así medio de sopetón se amotinó la juntura donde me arranca la sonrisa haciendo un ruidoso plac; ¡y se soltó la inquieta! Pero vos pibe no parás un segundo de reirte...y qué quiere Doña, que le sanatee? Imposible, si hasta acompañaban achinaditos los ojos y todo..y el rojo tomate en el rostro ni le cuento.
Es más, lo digo y me dibujo solo como un grandulón sonriente, ¡Ah! ¡tras cantón el sueño! que no hay risa más sincera y compañera que esa,
la que te invita a dormir.
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