miércoles, octubre 17

cielo granizado

Nos inventamos un cielo. Sabíamos de antemano que no sería como los demás, éste lleno de nubes, por esa vez. La cosa tomó ciertos matices inesperados: los nubarrones se plantaron en un marroncito claro hasta que lo esperable ocurrió y entonces el estruendo. Luego la piñata de la sorpresa, y del cielo caía el granizado del helado de dulce de leche y vos abriste la puerta, me miraste superando mi sorpresa y sacaste la lengua. Tenías un bonete en el marote. Recibiste el dulzor de las alturas y entre comisuras chocolatosas sonreíste como hacía mucho no veía una sonrisa. Yo intenté algún aporte al asunto. Las palabras sobraron. Sé que vimos brujas por las paredes, aquellas brujas malvadas a las que nunca les di crédito. También vimos unos elefantes y algún que otro río. Hablamos de una tapa de revista portentosa; borrando nimiedades allí estabas vos sacando la lengua para el granizado, y sonriendo. Charlamos de Picasso y sus palomas coloridas. A mi me sorprendía que a vos no te sorprendiera que yo fuera escritor, pues siempre quisiste ser musa. Ojalá nunca perdamos el sentido del humor. Ojalá siempre sigamos perdiendo el sentido.

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