jueves, octubre 25

Cuando pasó de noche ¡imposible!


¡Qué gran conmoción asoló a toda la capital! La gente desorbitada corría sin amparo buscando protección. Los perros desvariaban en carreras indefinidas mirándolo todo con ojos vidriados y hacia quién sabrá dónde. Todo apuntaba a una sola causa y la tristeza que producía en masa una gran desolación. Algo insólito cruzaba el tiempo centelleando sin dar respiro al transeúnte poco precavido que de traje u ojotas, eso igual daba, tropezaba incauto y ávido por salvar su vida…uf gran confusión asoló a Buenos Aires el día que granizó de noche. Fue por un 3 de octubre, aunque tranquilamente podría haber sido noviembre sin duda. También podría no haberlo sido. La verdad es que un día donde la primavera amenazaba con continuar sus versos más lindos y sus canciones sin viento, tuvo que hacerse de noche para que al fin terminase cada rincón bombardeado por la bestial templanza del granizo. No es  obviable para nada todo el trabajo posterior que arrastró a profesionales de todo el mundo analizar el fenómeno porteño. Sólo algunos conocen de otros días de similar talla, pero es mentira. El día que granizó de noche en Buenos Aires ocurrió una gran historia.
Cerca del cambio de siglo y, sin duda, cerca de todo. Sin embargo fue ahí  donde la relevancia pasó a cuarto plano y se acallaron las voces de los que sabían algo más. Siguió todo como si la mosca tan sólo volara fresca en verano. Siguió todo así sin más. El día que granizó de noche no lo olvidaré jamás, aunque no lo presencié, sé que estuve ahí. Hubo una historia hermosa, decía, que quedó en las primeras planas, y en las segundas acompañaba una triste resolución. Fue por el barrio de Pompeya donde la tristeza sin arrabal dio el presente, pero eso será motivo de contárselos en otro encuentro..

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