miércoles, octubre 10

pegatinas

Fueron ciertos disimulos los que cargaron con las decepciones; tan profundas y filosas que los disimulos parecían provenientes de un principiante. – Y es que el amor es así – le contaba Margarita al Javier cuando salimos del jolgorio. En lo que a mí me compete, aquella noche había decidido salir a buscar señales; un rompecabezas y un péndulo, juntando pedacitos que se tambalean de un lado para el otro, mientras uno le inventa un sentido. Es divertido vean, que siempre suceden cosas, siempre hay hechos y momentos y conversaciones en las que uno puede poner la oreja espontáneamente y tomar de lo susurrado lo que le venga a la mente para entramarlo. Es más que un juego. Y es interesante ver como a veces se suceden las cadencias del relato, hechos y momentos en donde todo parece cobrar un sentido único y universalmente planteado para lo que se anda buscando; aún si ese algo es la sorpresa; frente la mirada dispersa del resto que a veces acude no solo proveyendo distracciones, sino haciendo aportes fantásticos al asunto y llenándolo de matices intensos. Son las noches lejos del remanso; y del ruido silencio, del baile, quietud, de los cuerpos sombras. Habrá un nuevo entramado más tarde, algún rompecabezas con sus piezas pulidas y ajadas. El secreto está en descubrir esas piezas y sacarle el jugo al naranjón; bellota frutal que exprime las mentes distraídas para que se encuentren en los relatos de quien salió a buscarla. Pieza por pieza, brindis por brindis.

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